El discipulado a todas las naciones es un ejercicio natural de la iglesias de Jesus y Pablo.
Pastor Mario Vega
Filemón fue un discípulo y amigo de Pablo. No tenemos en las Escrituras un registro de cómo fue la conversión y proceso de discipulado que el apóstol desarrolló con él. Lo que sí tenemos es el resultado final, que Pablo lo resume en estas palabras: «Tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos» (Filemón 7). Partiendo de su conversión, Filemón había llegado a una plena madurez como discípulo de Pablo. En esa condición llevaba una vida llena de amor hacia Jesús y hacia los hermanos. De tal manera que Pablo podía expresar que tenían gran gozo y consolación en su amor.
Pero no solo Pablo, sino que también los santos porque, parte de su madurez cristiana, incluía el hecho de ser anfitrión de una célula en su hogar (v. 2), un espacio importante donde los demás creyentes podían recibir la fortaleza para continuar con su vida cristiana. También se menciona cómo la fe de Filemón era un elemento decisivo para la difusión del mensaje de Jesús (v. 6).
Este modelo de discipulado que se desarrolló entre Pablo y Filemón es solo un ejemplo de un proceso que se repitió muchas veces con muchas personas. Desde entonces, la fe cristiana ha continuado sana por dos mil años gracias a los primeros discípulos que generaron otros discípulos, y éstos a otros más. Un modelo que la iglesia del siglo XXI debe seguir a fin de que el evangelio sea entregado a la siguiente generación de creyentes. En todo esto, las reuniones en las casas jugaron, y siguen jugando, un papel importante como escenario adecuado para que el proceso se pueda realizar sin interrupciones y como asunto central.
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