A medida que nos acercamos al fin del siglo XX, en la comunidad cristiana en general hay un sentido creciente de que ya hemos comenzado a ver lo que con toda probabilidad puede tornarse en el derramamiento más grande del poder de Dios en toda la historia humana. Los misiólogos que están observando estas señales de los tiempos están de acuerdo en que las dos tendencias más prominentes son:
(1) la globalización de la misión cristiana; y (2) el crecimiento mundial asombroso de los movimientos pentecostal y carismático. El libro del doctor Douglas Smith es una contribución directa y valiosa en cuanto a la primera de esas tendencias. Hubo una época en América Latina en la cual el uso de la palabra “misionero” significaba un norteamericano o europeo que había llegado para ofrecemos algo. Ellos eran los dadores, nosotros los receptores. Ellos eran la iglesia madura, nosotros la iglesia joven o emergente.
Aunque mucho del trabajo misionero hecho por los extranjeros en América Latina fue una gran bendición para las multitudes, al mismo tiempo demasiada de esa obra misionera era realizada en una manera tal que la última cosa que muchos líderes cristianos latinoamericanos quería era ser un “misionero”, o que lo fueran sus hijos. En la actualidad esto ha cambiado en América Latina y en todo el Tercer Mundo. Se descubrió que a comienzos de la década de 1970 había alrededor de 3.000 misioneros enviados por las iglesias del Tercer Mundo.
En los veinte años siguientes ese número había crecido hasta 35.000. La proyección actual es que en 1998 habrá una cantidad igual de misioneros enviados por el Tercer Mundo y el mundo occidental, y que en el futuro el Tercer Mundo estará enviando la mayoría de los misioneros transculturales.
Dios ha bendecido grandemente a América Latina con grandes derramamientos del Espíritu Santo. La difusión rápida del evangelio y la multiplicación de iglesias en muchas naciones latinoamericanas ha sido una lección objetiva para las iglesias en otras partes del mundo. Las iglesias en América Latina continúan creciendo vigorosamente en número, en poder espiritual y en recursos financieros.
Dios está mostrando ahora a los cristianos latinoamericanos cómo liberar esos recursos para la evangelización mundial. Esto fue dramatizado por los 3.000 participantes en COMIBAM, que se realizó en San Pablo en 1987. COMIBAM fue como una plataforma espiritual de lanzamiento por medio de la cual serán lanzados cohetes misioneros poderosos desde cada nación en América Latina. Entre las muchas cosas que se necesitan para asegurar que el movimiento misionero nuevo y grande desde América Latina se realice en una manera que lleve gloria a Dios, está una base teológica biblica y sana.
El doctor Douglas Smith es uno de los siervos de Dios principales que ha sido levantado en estos días para llenar esa necesidad. El ha entregado su vida para servir a Dios en Iberoamérica. Viaja incansablemente con un propósito principal: ayudar a entrenar misioneros iberoamericanos. Bendecidos para bendecir es un libro nacido de mucha investigación y estudio, tanto como de la experiencia de una vida como misionero transcultural. Es un libro tanto de instrucción como de inspiración.
Se dirige a la mente y también al corazón. Es significativo que Bendecidos para bendecir no es un libro traducido al castellano de algún otro idioma, sino que está forjado en años de inmersión en el contexto de la realidad iberoamericana y modelado con la belleza del idioma castellano. El libro que está a punto de leer es una obra culminante, una que hará avanzar la causa de Cristo alrededor del mundo.
C. Pedro Wagner
Bendecidos para bendecir
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