por Mario Vega, www.elim.org.sv
Hacer un discípulo es modelar una vida a la semejanza del Hijo de Dios. El momento de iniciar el proceso de hacer un discípulo suele producirse de manera incidental: cuando un creyente se encuentra con un nuevo converso que necesita ser discipulado. Es un momento que no se elige y cuando las personas vienen tal como son. Algunos muy jóvenes, otros muy mayores, unos solteros, otros casados. Pero, en todo caso, la tarea es la misma.
Cuando el hacer un discípulo está relacionado con la sucesión en el ministerio, se requiere poseer algún criterio en la elección de la persona a discipular. Algo básico es que la persona debe ser más joven que el maestro. No tendría ningún sentido hacer un discípulo mayor que el maestro esperando que sea su sucesor.
Pero también pueden existir otros elementos asociados. El ministerio demanda educación, habilidades, análisis, capacidad de planeación. Esas habilidades se adquieren a lo largo de la vida, desde la educación inicial. El hacer un discípulo puede implicar asegurar que el candidato adquiera esas cualidades que dependen más del sistema formal de educación que de la iglesia. Por tanto, el proceso de hacer un discípulo puede comenzar en edades más tempranas de lo que usualmente se piensa e implica aspectos que van más allá del ámbito espiritual. A veces hay que comenzar desde la infancia para poder tener a un Samuel.
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