No he sido llamado. William Booth y Keith Falconer
¿Cómo dices que no has sido llamado?
El te ha estado llamando desde el momento en que perdono tus pecados, si es que has sido perdonado, suplicando y rogándote que sea su embajador.
Pon tu oído en la Biblia y óyele pidiéndote que vayas y arranques a los pecadores del pecado.
Pon tu oído sobre el ardiente y agonizante corazón de la humanidad y escucha su suplicante lamento pidiendo ayuda.
Ven y colócate junto a las puertas del infierno y escucha a los condenados implorándote que vayas a la casa de su padre para que sus familiares no vayan allá.
Mira a Cristo cara a cara, cuya gracias tu dices poseer y cuyas palabras has prometido obedecer, y respóndele a El si vas a publicar su misericordia al mundo.
No te quedes quieto. Levántate. Sacúdete. Hace algo, hacelo pronto, empezá ya mismo a hacerlo y hacelo con todas tus fuerzas.
No repares en las pruebas.
No te detengas más.
“No he oído el llamado” tendrías que decir.
Lee, da, ora, habla, canta, hace lo que puedas para que los que se pierden sepan la verdad sobre ellos mismos, sobre Cristo, sobre el cielo y el infierno.
Si lo haces, Dios te ayudara.
William Booth
Cuando muchas personas en distintos continentes todavía están postradas en las más completas tinieblas, y millones sufren los horrores de no conocer a Dios, más que un llamado para ir a esas personas, usted debería probar que tiene un llamado para permanecer en su país. (Keith Falconer)
Dios llama a todos a su obra, debes definir en oración cuál es tu llamado porque cada uno dará a Dios cuenta de sí mismo.
¿Cómo es el llamado de Dios?
Bíblicamente, podemos observar el trato de Dios con varios líderes y las formas distintas en las cuales los llamó.
Veamos por ejemplo:
• Noé: recibió un mandato directo con muchos detalles.
• Noé después del diluvio: Dios le dio un mandato con amplia provisión y condiciones.
• Abraham (nómada pastoral): Dios lo llamó directamente pero sin muchos deta lles – primero a un lugar desconocido y con varias etapas o pasos (Mesopotamia, Harán, y más en Palestina).
• Jacob (nómada pastoral): recibió promesa en un sueño.
• Moisés (esclavo trasladado a la realeza egipcia): primero intentó ayudar a su pueblo sin éxito; mucho después Dios lo llamó de la zarza ardiente.
• Israel (esclavos en Egipto): Dios los llamó como un grupo entero.
• David (hijo de pastor de ovejas): Dios se lo indicó por medio de la unción por Samuel en contra de todo razonamiento humano.
• Isaías: por medio de una visión el Señor buscaba quien iría, y él se ofreció, sin mucho detalle de adonde iba.
• Daniel: Dios lo guió a trabajo secular en una posición de influen cia.
• Ester: vio la realidad alrededor y la gran oportunidad puesta delante de ella, y tomó gran riesgo aprovechándola.
• Nehemías (asistente del rey secular): respondió a una necesidad que le quebrantaba el corazón.
• Mateo (cobrador de impuestos): recibió la invitación sencilla en su oficina: “Sígueme”.
• Los doce apóstoles: Jesús los invitó personalmente.
• Pablo (fariseo que perseguía la iglesia): cayó por la visión del Señor, permaneciendo incapacitado hasta tomar pasos subsecuentes hacia la meta.
• Pedro (ya como apóstol): fue restaurado en un encuentro personal con Jesus después de haberlo negado.
• Diáconos en Hechos: fueron seleccionados por la congregación.
• Timoteo (creyente hijo de una judía y un griego): en diferentes fases de su ministerio, recibió sus dones por profecía y los ancianos le impusieron manos (1 Timoteo 4:14), y Pablo lo invitó personalmente (vv. 1:2-3).
Aunque el llamado misionero puede llegar de muchas maneras, todo llamado involucra al Espíritu de Dios y la Palabra de Dios. El Espíritu de Dios nos mueve, nos inquieta, nos instruye, nos revela la necesidad, nos capacita, nos convence y nos llama.
¿Y cómo es que la Palabra de Dios siempre tiene algo que ver con el llamado? Algunos misioneros encuentran su llamado misionero sencillamente leyendo la Biblia, llegando a entender cómo Dios ha revelado su corazón hacia las naciones a través de las páginas vivas de la Escritura. Para otros, inicialmente sienten algún otro tipo de guía o atracción hacia las misiones, y la Palabra de Dios les ayuda a confirmar que lo que perciben es cierto y es lo correcto para sus vidas. La diversidad del trato particular de cada uno refleja la creatividad de Dios tanto en la creación del hombre, como en el respeto que Él muestra por la individualidad. No existe ninguna fórmula para identificar el llamado, a pesar de que algunos así lo quieren entender. El resultado de limitar el llamado a una experiencia personal y/o sobrenatural es la creación tanto de una jerarquía de espiritualidad, como de una inseguridad en aquellos que no lo han experimentado, aun que se sientan fuertemente atraídos a las misiones.
Al nivel personal, el llamado se puede sentir como una voz que susurra, como relámpago, como un concierto angélico anunciando nuestro destino, o como un furgón que casi nos atropella. Puede empezar con un pasito de obediencia, o con un brinco grandísimo. Quizás nos damos cuenta al recibir una invitación personal de un hermano o ministerio.Puede ser que se avance con el descubrimiento de dones espirituales o habilidades naturales dadas por Dios. Normalmente pensamos que Dios llama a personas cuando están en buena condición espiritual, pero muchas veces no es así, y bien puede ser que suceda cuando la persona va en dirección contraria, como fue en el caso del apóstol Pablo. Hay muchas posibilidades. El Señor es infinito y en su gran misericordia, Él llama a todo hijo suyo de la manera que mejor le parece. Muchas veces Dios va revelándonos poco a poco el destino que ya tiene preparado para cada uno de nosotros, sin ninguna experiencia dramática.
Proverbios 16:9 dice: “El corazón del hombre se propone un camino, pero Jehová endereza sus pasos”. Nos da una mane ra muy práctica y muy bíblica (no mística ni esotérica) para ser guiado en el camino a un servicio fructífero en misiones. Desde mi conversión, las misiones ardían en mi corazón; me encantaban los servicios misioneros en la iglesia. Cada vez me sentía más seguro de que Dios me estaba llamando. En realidad no sabía a qué me había llamado, pero por lo menos así empezó. Nunca tuve ningún sueño, ni una visión, ni una visitación angélica ni nada por el estilo. Sin embargo, la sensación y convicción crecía con el transcurso de los años hasta que ya no aguanté más: “¡Sí, Señor!” fue lo único que pude decir; una respuesta apropiada, a pesar de que mi primera experiencia misionera fue un desastre.
Mi primer viaje de misiones (Dany) fue uno de corto plazo a MontegoBay, Jamaica en 1984. A pesar de todos mis esfuerzos para organizarlo bien, desde mi llegada, ¡todo me salió mal! Nadie me recibió en el aeropuer to, era la temporada de lluvias donde la gente no sale de sus casas, ¡y yo supuestamente estaba allí para iniciar una nueva iglesia!, me chocaba la actitud de algu nos misioneros hacia la gente, los olores, la pobreza, entre otras cosas. No pude negarme, ni escaparme; mi corazón es taba en misiones. Para mí (Pablo) el Señor iba preparando camino en mi vida con buenas experiencias en el ministerio de grupos pequeños y oportunidades de servicio a gente necesitada. Un día vi un folleto sobre las misiones, y sin saber por qué, por primera vez pensé, esto podría ser para mí. Cuando una misionera traductora de la Biblia compartió su historia en la universidad cristiana donde yo estudiaba, tuve el sentido claro de que Dios me llamaba a juntarme a su obra misionera. Después cuando la agencia nos invitó a mi esposa y a mí para tomar un proyecto en Costa Rica, tuve el mismo sentido indudable de que ¡esto es! Sabíamos que era la oportunidad específica que iba a lanzarnos al ministerio transcultural en América Latina. A la vez conozco a colegas que están aquí sin haber tenido tan claro un sentido de ‘llamado,’ pero saben que Dios tenía el ministerio misionero como el destino de sus vidas. Tenemos la responsabilidad de proponer nuestro camino. Eso involucra investigar, soñar, averiguar, proyectar, escudriñar, estudiar, y hacer cualquier cosa que nos ayude a discernir o encontrar el camino. Si no lo hacemos, descuidamos nuestro deber.
Tenemos que calcular el costo (Lucas 14). El caso de Nehemías nos da un ejemplo de cómo emprender un proyecto bien pensado y bajo la dirección del Señor. Dios interviene enderezando nuestros pasos por que ya sabe que aun con la mejor preparación, todavía nos desviaremos un poco. Cuando Él nos orienta en el camino, nos da visión y enfoque, consuelo y seguridad.
¿Y si no aparece un angel que me llama? En otros casos sólo se trata simplemente de un deseo firme de obedecer a Dios, sin mayor toque. Pero tal sensación es tan legítima como las demás experiencias. Lo importante es que aceptes tu llamado como legítimo y que trabajes con todas tus fuerzas. No tienes que estar sentado esperando que Dios te llame de forma especial.
Puedes ir investigando lo que Él tiene en su plan para tu vida. El Dr. J. Robert Clinton, describe un proceso que puedes desarrollar para explorar el proposito de Dios para tu vida. Él demuestra que el liderazgo, junto con el sentido de destino en particular, es un proceso que Dios va obrando durante el transcurso de la vida entera. Si analizas lo que Dios ha hecho hasta el momento, muchas veces, verás un patrón de lecciones y guía que Él ha venido utilizando en tu vida para revelarte poco a poco este propósito uniendo ideas, situaciones y circunstancias de tu vida. Muchas personas nos dicen: “Siento que Dios me está llamando a las misiones, pero no sé todavía adónde; Dios no me ha dicho el lu gar. ¿Qué hago?”. Es fácil, no debes preocuparte por lo secundario. Los detalles de como, cuándo, dónde, y con quién siempre son secundarios. Como seres humanos, tendemos a poner las cosas al revés.
A veces uno se aflige haciéndose estas preguntas, hasta entender que el ir a donde quiera que fuera sería una bendición, siempre y cuando nuestro corazón siga queriendo servirle. ¡Dios te mostrará los detalles en el camino, así que manténte en el camino!
Para algunos lo que hace falta es ser más prácticos y no espiritualizarse tanto. Basta saber que Dios te está llamando a las misiones. Concéntrate en lo que ya sabes y puedes hacer ahora —porque la voluntad de Dios para todos es revelada en Su palabra— y continúa buscando el paso que sigue. Es un camino de fe. Nuestra preocupación principal tiene que ser quiénes somos y que entendemos que queremos hacer ahora para obedecer a Dios. De hecho, el dejar que Dios forme nuestro carácter debe ser prioritario dentro de nuestro plan de preparación para las misiones.
Confirmación y afirmación. Es muy común que los cristianos quieran hacer lo que hizo Gedeon (Pedir señales a Dios para que Dios confirme.Jueces 6:34-40). Sin embargo, es muy fácil manipular las condiciones que le ponemos a Dios, resultando en lo que queríamos hacer (o evitar) desde un principio. “Señor, ¿será o no será?”.
Al buscar confirmación del propósito de Dios para tu vida, hay que tener mucho cuidado en depender de circunstancias, palabras que la gente te dice, experiencias sobrenaturales o emocionales ya que no controlamos el origen de estas cosas y no hay seguridad de que vengan de Dios. Puede ser que Dios utilice alguna de estas cosas, pero pueden ser engañosos si se lo permitimos. Al fin y al cabo tiene que ser una convicción interior fuerte y firme, que te conduce a seguir tomando pasos hacia adelante. Dios te va a hablar a ti en tu relación personal con Él.
Las decisiones caprichosas no duran en el campo misionero cuando nos encontramos en tiempos de prueba y aflicción. De una cosa puedes estar seguro. Dios no te llamará a hacer algo que contradiga su Palabra. El Espíritu de Dios trabaja en entera unidad con el Padre y el Hijo. Si Dios te manda a la obra misio nera, el Espíritu Santo te lo comunicará de una manera consistente con Su Palabra y con el carácter del Hijo Jesucristo colocando convicción, paz y seguridad en tu interior. La Palabra de Dios muchas veces confirma Su dirección para nosotros. También Él puede utilizar circunstancias, y la oración es esencial en el proceso de discernir tu llamado. Mientras que buscamos su voluntad diariamente encontraremos su voluntad a largo plazo. Lo importante es dejar que Dios decida cómo guiarnos, y no tratar de forzarle la mano.
No omitas un paso importante en buscar la confirmación, que es la afirmación de tu iglesia. El pastor, y comité de misiones si lo hay, deben conocerte y debieran poder afirmar que tienes los dones y habilidades, o el potencial para desarrollarlos, en el ministerio transcultural. Además, tu familia y amigos cristianos deben poder ver en ti el llamado, aunque quizás con la renuencia natural que implica la salida. En resumen, el llamado misionero no es pasajero. No es una invitación a ir de turistas o de aventureros; de estar conociendo otros países o viajando. Es una invitación de parte de Dios para que nos unamos a sembrar y recoger la cosecha de personas que El tiene listas. Si tu llamado es sólo una ilusión o emoción, pasará y se te olvidará. Tú no escoges el llamado; Dios te lo pone y éste va aumentando día a día hasta que se concreta en tu vida.
Preguntas de reflexión personal.
1. ¿Qué es exactamente lo que te llama la atención en cuanto a las misiones?
2. Si pudieras visualizar el libro de tu vida, ¿qué quieres leer al final?
3. ¿Qué quieres hacer con tu vida en relación a las misión que Dios nos llama a realizar?
4. ¿Qué es lo que te gusta hacer? Haz una lista de todo lo que viene a tu mente.
5. Piénsalo bien: ¿cuál es tu pasión ministerial? ¿Qué hay de servir al Señor que te apasiona?
6. ¿Estas seguro de tu llamado misionero?
7.¿Que necesitas que suceda para verificar que tienes un llamado misionero?
Como nos llama Dios. Edgardo Surenian
El Espíritu llama a cada misionero en forma única, es decir no hay fórmulas para el llamado misionero. Cada vez que Dios emprende una tarea, busca a alguien que a pesar de sus dudas, limitaciones y complejos, le pueda decir “¡sí!”.
Uno de nuestros muy conocidos himnos dice: “Señor, tú me llamas por mi nombre desde lejos, por mi nombre cada día tú me llamas”. El llamado de Dios no se dispersa en medio de la multitud. No hay tal cosa como un llamado colectivo, de modo que quien primero lo escuche, lo agarre. Dios llamó a Moisés por su nombre y lo mismo hace contigo.
Un llamamiento, en los términos más sencillos, es entender las verdades de Dios cuando se las ve, lee o las escucha. Los bebés nacen sabiendo nada. Ellos no saben ni siquiera lo básico de lo correcto e incorrecto. Se les tiene que ser enseñado prácticamente en todo. Del mismo modo, el mundo no sabe las cosas de Dios — lo correcto de lo incorrecto espiritual. Pero con el conocimiento de estas cosas viene la responsabilidad de actuar sobre ellas. Dos pasajes de la Biblia muestran que Dios mantiene a las personas responsables de lo que entienden. Nótese Santiago 4:17: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Ahora lee Hebreos 10:26: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”.
Comprendamos. Cada vez que aprendas más de la verdad de Dios (lo que es “bueno”), y ello tiene sentido para ti — por lo menos lo entiendes en general — se te está dando un conocimiento espiritual por el cual Dios te hace responsable.
Ahora bien, el recibimiento del llamado a servir como misionero, ocurre de diversas formas. Veamos algunas de las diferentes maneras en que los primeros misioneros de la iglesia cristiana recibieron sus llamados a ser misioneros, según el libro de los Hechos.
Hechos 8.1-2, 4 y 11:19-21. Por medio de la persecución. “Todos tuvieron que separarse y huir a las regiones de Judea y Samaria.” La historia misionera de la iglesia esta llena de ejemplos de que el evangelio llego a los pueblos no alcanzados gracias a la persecución. Por ejemplo a los Vikingos.
Hechos 8:26 y 20:17-24. Por medio de instrucciones especificas dadas por el Espíritu Santo en cuanto al lugar geográfico. Todos conocemos misioneros que declaran que Dios los envió a países, localidades, barrios que tienen nombres específicos.
Hechos 9:5-6 y 10-16; 13:1-3. Por medio de visiones dadas a otros. “En una visión que tuvo, oyó… _Yo he elegido a ESE hombre para que me sirva. El hablara de mi ante extranjeros y reyes.”
Hechos 14:1-7. Por medio de las circunstancias. Muchos misioneros cuando pasan los años, confiesan que el tiempo les ayudo a comprender el como las diversas circunstancias se fueron entrelazando para llevarlos a cumplir la misión que Dios les tenia asignada para sus vidas.
Hechos 16:1-3; 17:13-16. 1 Ti. 1:3, Tito 1:5. Por invitación de otro misionero. “Pablo quiso que Timoteo lo acompañara en su viaje.”
Hechos 16:6-10; 18:9-11. Por medio de una visión que personalmente se recibe. “Al caer la noche, Pablo tuvo allí una visión: ¡Por favor, venga a Macedonia y ayúdanos!”
Hechos 18:24-28. Ro 15:22-29. Por intensos deseos personales. “Apolos quería recorrer las regiones de Acaya.” “Cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con vosotros.”
Hechos 21:10-14; 23:11. Ro 15:22-29. Por medio de profecías.
2 Ti 1:6. Por el deseo de usar las capacidades especiales que en forma evidente Dios ha conferido.
Hechos 15: 36-41. Ocasionalmente por medio de una crisis de relación en el equipo del cual uno forma parte.
Hechos 11:19-21. Por el proceso de la inmigración originado en diversas causas.
Hechos 8:26. Por medio de voz audible que da instrucciones especificas. “Un ángel del Señor hablo a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.”
Ahora bien, con el correr de los siglos, Dios utilizo otros medios para llamar a servirle como misionero entre las naciones. No están en la Biblia pues no existían cuando ella se escribió. Pero los relatos de los misioneros, afirman que fueron los instrumentos de Dios para encaminarlos en su vocación. Ellos son:
Un encuentro con un misionero en una conferencia o visita a la iglesia. Ellos testifican que al ser expuestos a misioneros y sus historias, se creo un espacio para percibir el llamado, la dirección del Espíritu y dar una respuesta ante el reto misionero.
Leer libros que traten de las misiones. Muchos misioneros afirman que el leer libros que tratan de las vivencias misioneras, les ayudo muchísimo a decidirse por esa vocación.
Escuchar una canción. Tu misma puedes confirmar que Dios habla por medio de las canciones. Ver una película misionera. Por conocer datos estadísticos, relatos de la necesidad y de las oportunidades misioneras. Y muchos mas, que tu puedes añadir a este listado. Hazlo.
Dios no siempre señala desde un principio claramente cuál es la vocación clara y precisa a que nos tiene destinado cada uno. A muchos le va demostrando poquito a poco, por medio de varias circunstancias, cuál es el camino vocacional que debe seguir. Así que, lo importante no es el COMO uno recibe el llamado, sino lo que uno HACE con el llamado.
En cada uno de los que son misioneros, se repite la misma historia de los discípulos a quienes Cristo dijo de un modo rotundo: “No me han elegido ustedes a Mí, sino que Yo los he elegido a ustedes”. Efectivamente, algún día, de diversos modos, cada uno de ellos oyó una voz interior que les decía: “¡Sígueme!”(Mc 10,21). Que tú le puedas decir lo mismo.
Llamado general y particular. Edgardo Surenian
Llamado: ¿Opción u Obediencia?
“No he sido llamado para ser misionero”, otro dice: “Yo no tengo el don por eso no evangelizo” éstas son algunas de las frases que se escuchan a menudo en el ámbito cristiano y que sirven para justificar la inoperancia.
Llamado general
Existe un llamado general dicho enfáticamente por Dios a Isaías con respecto a los hebreos: “…todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice” (43: 7).
El Apóstol Pablo dice a los efesios: “…nos escogió para que fuésemos santos…para alabanza de la gloria de su gracia…para alabanza de su gloria…” (1: 4, 6, 12). Y a los romanos: “…llamados a ser de Jesucristo…llamados a ser santos” (1: 6, 7).
No cabe ninguna duda que el propósito por el cual creo Dios al hombre es para que Su gloria sea manifiesta a través de personas santas. Interesante notar que es la vida el mensaje (ser) y no tanto las palabras (decir). La luz, la sal, el olor fragante del pueblo de Dios tiene que ver con la vida, con lo que es en Cristo. Para esto ha sido llamado el pueblo de Dios.
El Apóstol Pablo agrega en 2ª Co. 5: 18, 20: “nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación…así que, somos embajadores en nombre de Cristo…” No queda ninguna duda que a todo reconciliado (redimido) Dios lo ha llamado. Ninguno queda excluido.
Llamado particular
Existe si un llamado particular dirigido a cada uno para una tarea específica. Llamado que se manifiesta y se efectiviza a través de las habilidades naturales y sobrenaturales, talentos y dones que cada uno ha recibido por gracia de Dios. Este llamado tampoco es ineludible, no es opcional.
Notamos a través del relato bíblico que muchos fueron llamados a hacer una tarea en particular dentro del plan eterno de Dios de redimir al hombre con él. Cada uno estuvo en una situación particular de su vida y podemos decir a ciencia cierta fueron llamados inesperados. Se denota algo común en cada llamado, la primera reacción fue rechazar con una excusa el llamado.
Por Ej. en Éxodo 3 y 4 se relata el llamado a Moisés. Más que alegrarse por el privilegio de ser el elegido por Dios complicó la conversación y se excusó varias veces, queriendo rechazar el mandato de IR.
1ª. 3: 11: “¿Quién soy yo?” Como si Dios no lo supiera.
2ª. 3: 13 “…¿y qué les responderé?” Ya Dios se lo había dicho.
3ª. 4: 1 “…ellos no me creerán, no me oirán”. Moisés tiene que obedecer no le debe interesar lo que ellos digan.
4ª. 4: 10 “…nunca he sido hombre de fácil palabra” ¿Acaso Dios no lo sabía?
5ª. 4: 13 “¡Ah Señor! Envía, te ruego, por medio a quien debes enviar”. Como que Dios se había equivocado al llamarlo a él.
Resultado: “Dios se enojó contra Moisés” (4: 14).
Otro ejemplo es Jeremías: “¡Ah! ¡Ah, Señor! He aquí, no sé hablar, porque soy niño” (1: 6) ¿Se equivocó Dios en el llamar a Jeremías?
Algo que se debe saber es que Dios nos llama sabiendo como somos. Dios no nos llama por lo que somos (Faltos de habla, faltos de edad, faltos de carácter, etc.) Nos llama por lo que hará a través de cada uno.
Te llama para ser su herramienta, un instrumento en sus manos. Lo que él espera es que atiendas al llamado y que le obedezcas a lo que él te manda hacer. Por eso hay diversidad de ministerios. El “éxito” en el servicio se mide por si has sido obediente al llamado no cuánto has logrado. ¿Cuánto has obedecido? Jeremías se excusó desde el inicio, y sufrió en su ministerio. Decimos de él que es un profeta llorón. ¿Cuál fueron sus resultados? Para nosotros hoy día no fue exitoso. Para Dios, si, pues Jeremías fue obediente pues” todo lo que Dios puso en su boca”, lo dijo.
Tú y yo debemos entender Su voluntad
Tipos de llamado misionero. Jose Luis Malnis
Naturalmente que cada llamado es diferente y no podemos comparar si es mejor o más auténtico, en esto Dios tiene en cuenta la condición de cada uno y \o más importante es que nos llama dentro de nuestro contexto y teniendo en cuenta cómo somos y cómo reaccionaremos ante la voz divina.
1.- ¿Llamado provocado? En nuestro tiempo existen muchas personas que dicen tener un llamado tanto ministerial como misionero. Resultado muchas veces por la insistencia a tomar decisiones en Conferencias, Congresos, etc.
2.- Llamado en la necesidad. Muchas personas dicen tener un llamado misionero ministerial o bien quieren ir al campo por creer que una vez al estar en el ministerio los problemas que ellos tienen se van a solucionar.’
3.- El llamado profético. En este punto hay que ser muy cuidadoso en las opiniones
El llamado profético debe estar acompañado de elementos muy importantes; uno de ellos, y el más importante, es la aprobación de nuestro/s pastor/es y la congregación, que son en definitiva quienes darán crédito de nuestras actitudes y verán en forma clara los dones que tenemos y que será de gran ayuda en nuestro ministerio.
4.- El llamado específico. Este tipo de llamado ha dado mucho trabajo a quienes estamos en el liderazgo de las iglesias. Llamado específico requiere que seamos específicos en todo y muy detallistas. En este llamado la persona le cuesta servir en otro lugar.
5.- El llamado indefinido. Este es uno de los más prósperos ya que la persona está decidida a servir donde sea.
6.- El llamado heredado. Es parte de la promesa de Dios a un siervo, donde sus hijos seguirán la visión dada por Dios.
7.- El llamado inesperado. Hay muchos ejemplos en las Escrituras sobre este tipo de llamado.
8.- El llamado y el vellón. Existe en el libro de Jueces 6: 1 – 40, uno de los ejemplos más interesantes como respuesta de Dios ante un llamado o una comisión especial.
Pero ahora las preguntas son:
• ¿Podemos usar este método de comprobación para confirmar un llamado?
• ¿Podemos, usar otros elementos que reemplacen al vellón?
¿DÓNDE, CÓMO, CON QUIÉNES?
¿En dónde le serviremos, cómo le serviremos, con quiénes le serviremos, tenemos alguna preferencia para servir?
A veces queremos hacerlo en determinado lugar, posición o situación, queriendo hacer lo que nos gusta y no tanto lo que se necesita.
Sin embargo, al tener claro un llamado, éste debe obedecerse según Hch. 16: 10. El equipo misionero toma acción y va a dónde se le llama y el resultado espiritual aún es evidente en nuestros días.
¿Qué llamado macedónico podemos estar recibiendo hoy?
¿África o el Medio Oriente, o una etnia no alcanzada, involucrarse en el movimiento misionero local?
¿Dónde podemos servir para llevar el evangelio transformador, único?
¿Cuál debe ser entonces nuestra actitud ante el llamado macedónico contemporáneo?
1. Debemos buscar la guía del Espíritu Santo a través de la oración, la lectura de la Palabra en el proyecto de servicio que tengamos.
2. Debemos buscar la mejor capacitación para servir efectivamente al Señor, integrar equipos de trabajo como el ejemplo de Pablo y sus compañeros.
3. Debemos buscar el consejo y la guía de hermanos con experiencia en el servicio al Señor y en el campo misionero.
4. Debemos como cristianos estar convencidos que el llamado a servir es guiado por el
Espíritu Santo teniendo que obedecer a éste con convicción y prontitud.
Recuerda: Si Dios te llama es un privilegio. NO es una opción es para obedecerlo.
Dios te llama no por lo que tú eres SINO por lo que hará a través de ti.
Discernir la voluntad de Dios. Angela Brandle
“Si solo Dios me mostrara qué hacer, yo podría enfrentar mis circunstancias y mi futuro con más confianza.” Todos decimos que queremos conocer cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Y Dios quiere que hagamos Su voluntad. Él está más comprometido con eso de lo que lo que tú y yo estamos. Él promete muchas veces en su palabra liderarnos y guiarnos:
“En tu amor infalible guiarás el pueblo que has redimido.” Éxodo 15:13
“Porque este Dios es nuestro Dios para siempre; Él nos guiará incluso hasta fin”. Salmo 48:14
“Tú me guías con tu consejo.” Salmo 73:24
“Si me establezco en el lado lejano del mar, incluso allí tu mano me guiará.” Salmo 139:9-10
“Te guiaré en el camino de la sabiduría y te guiaré por senderos derechos.” Proverbios 4:11
“El Señor te guiará siempre.” Isaías 58:11
Así que Dios se ha comprometido a guiarnos. ¿Por eso por qué es difícil a veces discernir Su voluntad? Las razones usualmente vienen de nuestro lado. Primero que todo, nuestros corazones tienen que estar en paz con Él. Debemos estar buscando su voluntad por las razones correctas, y lo que es más, ¡debemos estar dispuestos a hacer lo que Él dice! Mira la siguiente lista de prerrequisitos para recibir dirección y responde las preguntas:
- La disposición a obedecer a Dios es un prerrequisito para recibir Su dirección. Dios no nos muestra Su voluntad para que podamos discutir con Él cuanto de ella estamos dispuestos a llevar a cabo. “Dios no revela Su voluntad a los que quieren conocerla, sino que Él siempre la revela a los que quieren hacerla”, dice el misionero SIM de tercera generación Bob Hay, que está apasionado por ayudar a la gente a identificar quienes son en Jesucristo y lo que Dios tiene para que ellos lo hagan para Su gloria. ¡Si no estás dispuesto con todo tu corazón hacer la voluntad de Dios, no tiene sentido preguntarle cuál es!
¿Estás completamente rendido para hacer Su voluntad?
- No podemos poner condiciones a la dirección de Dios. Si piensas algo como, “iré a cualquier parte excepto . . .” o “haré cualquier cosa excepto . . . ,” Dios te probará en eso hasta que hayas rendido ese punto de resistencia. Él solo revelará Su voluntad después de que ese obstáculo haya sido removido. El desafío de Dios para mí fue, “¿Estás dispuesto a ir a cualquier parte y a hacer cualquier cosa, y a confiar en que Yo me encargue de los detalles?” Me tomó tres meses capitular, pero cuando dije sí, Él me guío a una carrera misionera que yo solo podría haber imaginado en mis sueños, ¡todo encajó muy bien!
¿Estás poniendo una condición o un límite a lo que Dios te podría pedir que hagas?
- ¿Quieres tener el control? Los seres humanos tenemos una tendencia a hacer nuestros propios planes y pedirle a Dios que los cumpla y que bendiga lo que nosotros queremos hacer. Dios quiere que saquemos nuestras manos del timón y Lo dejemos conducir. Él no conducirá si insistimos en tener el control de cualquier parte del vehículo. ¿Puedes imaginar lo que le sucedería a un carro con dos chóferes sobre el mismo timón?
¿Estás tratando de controlar tu futuro decidiendo tú mismo cuál es la voluntad de Dios para ti?
- La desobediencia a los mandamientos de Dios pone una nube entre nosotros y Él. No podemos esperar que Él guíe si deliberadamente estamos desobedeciendo algo que Él dice en Su Palabra. Si estás siendo desobediente, confiesa tu pecado, y arrepiéntete (decide hacer lo que es correcto).
¿Estás desobedeciendo a Dios en alguna parte de tu vida?
- La motivación egoísta nos meterá en problemas. Si quieres ser visto sirviendo a Dios para traerte gloria a ti mismo, dañarás tu salud espiritual, la dirección y eficacia. Dios no tolera el orgullo y el egoísmo.
¿Buscas la dirección de Dios de modo que Él solo reciba el crédito y la gloria?
- Donde la voluntad de Dios ya está clara en la Escritura, no necesitamos orar por dirección. En algunas situaciones, por ejemplo, si tienes un enamorado o enamorada no cristiana, podrías ser tentado a tratar de hacer que la voluntad de Dios se alinee con lo que tú quieres, por ejemplo casarte con una persona no cristiana que amas o con alguien que no está comprometido(a) a hacer la voluntad de Dios en su vida. Dios nunca te guiará en dirección contraria a Su Palabra.
¿La palabra de Dios ya es clara sobre la cuestión por la que estas orando?
- La dirección en las grandes cuestiones de la vida se desprende naturalmente de la obediencia diaria en los detalles más pequeños. Podemos esperar que Dios nos hable al orar y leer Su Palabra. Esto llevará a trabajar en cambios en nuestro comportamiento y a crecer más en Él. Mientras más suceda esto, con más atención oiremos Su voz en las cuestiones más grandes.
¿Estás permitiendo que Dios te cambie por medio de Su Palabra de modo que estés listo para lo que Él quiere guiarte a hacer?
- El temor puede bloquear la dirección de Dios. A nuestro enemigo le gusta hacer que tengamos miedo de hacer la voluntad de Dios, tentándonos a pensar que seguramente detestaremos lo que Él nos pedirá que hagamos: “¡Él podría pedirme que vaya a un desierto!”; “Detestaría tener que recaudar dinero.”; “Podría terminar soltero.”; “Tendría que abandonar mis sueños.”; “Mis padres quieren que persiga el sueño americano.” Nuestro amoroso Padre celestial nos ha creado con gustos, disgustos, pasiones y talentos únicos. Él nos ha dado a cada uno al menos un sorprendente don espiritual. ¿Realmente crees que “Él pondría una clavija cuadrada en un hueco redondo?”. Puedes confiar en Dios para que te guíe exactamente al rol correcto en la vida – el rol para el que te ha creado – y exactamente al lugar correcto. ¡Y nos encantará – con desafíos y todo!; ¡No necesitamos temer! “Deléitate en el Señor y Él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda tu camino al Señor.” Salmo 37:4-5. Después de todo, Él es el que pone los Buenos deseos ahí. Si tenemos un falso deseo, uno que no sería bueno para nosotros, Él nos lo puede mostrar. ¿Temes a algo o a alguien? Confiésaselo a Dios y síguelo con la confianza de que Su voluntad verdaderamente es el mejor plan para tu vida.
- Un deseo de huir. “Quiero escapar de esta mala situación; necesito un cambio de escenario,” dijo un candidato al preguntar a acerca de llegar a ser misionero. “Me casé para escapar de la casa de mis padres,” explicó una joven cristiana cuyo matrimonió fracasó. Las decisiones tomadas cuando estamos reaccionando a situaciones negativas frecuentemente son – en su mayoría – equivocadas. Una vez escuché este consejo: La palabra en inglés para detenerte es HALT: ¡Nunca tomes una decisión cuando estés hambriento (Hungry), molesto (Angry), solitario (lonely) o cansado (tired)! Es un gran consejo. Espera en Dios. Él no está apurado. Aprende paciencia y perseverancia de tu situación hasta que Dios esté listo para sacarte de ella. Frecuentemente es imposible deshacer completamente los efectos de una mala decisión.
¿Estoy desesperado por escapar de algo?
- Tratando de probar algo. “Todos mis hermanos han viajado y han tenido carreras emocionantes,” se lamentaba una joven que pensaba que podía igualarlos volviéndose misionera. Tratar de vivir de acuerdo a otra persona, o según las expectativas de alguien más, nunca es una buena razón para elegir hacer algo, como un doctor que eligió estudiar medicina porque sus padres lo empujaron, descubrió el costo cuando notó que detestaba su carrera. Tenemos una audiencia de Uno: ¡Dios! Así que deberíamos averiguar cómo complacerlo con nuestras vidas.
¿Estás tratando de vivir de acuerdo a alguien más, o a lo que alguien más quiere que hagas?
- Las ilusiones. Podemos ser tentados a pensar que viajar mil quilómetros o ir a otro país será un atajo (¡aunque uno grande!) para convertirnos en obreros de Dios. Si tú no estás ya sirviendo en la situación y las circunstancias donde Él te tiene ahora, no estás listo para servirlo en otra parte. Dónde estás ahora no es solo tu lugar de entrenamiento, es tu actual lugar de ministerio.
¿Estás sirviendo a Dios aquí donde Él te tiene ahora?
Como nos guía Dios a su voluntad. Angela Brandle
Antes de hablar acerca de cómo Dios nos guía hacia Su voluntad, recordemos que necesitamos Su dirección para todas las de la vida, no solo para los llamados como para ser pastor o misionero. Dios necesita a Su pueblo en el mercado y la oficina, los colegios y en el ejército. Soy cristiano hoy porque un profesor cristiano enseñó en mi escuela secundaria. Dios espera que busquemos Su dirección para todas las partes de nuestra vida – donde vivimos, con quien nos casamos, qué estudiamos, donde trabajamos, el servicio que hacemos en Su iglesia, sea que Él quiera que dejemos nuestra carrera y le sirvamos a tiempo completo, o quiera que nos quedemos en nuestra carrera, dando testimonio de Él allí, para generar ingresos para ayudar a financiar Su obra en el mundo. Conocemos a dos personas, un negociante y un doctor, que le preguntaron a Dios si debían ser misioneros. Dios dijo no, pero cada uno de estos hombres ha aportado tanto de sus ingresos como les es posible para apoyar a más de 80 misioneros durante sus carreras, eligiendo un simple estilo de vida para ellos mismos. Toda nuestra vida pertenece a Dios. Nuestro trabajo es preguntarle qué quiere que hagamos con ella. Para el propósito de este estudio, separaremos “dirección” y “llamado” aunque hay alguna superposición y la gente frecuentemente usa los términos intercambiablemente. Reservaremos “llamado” para una vocación en la vida y “dirección” para los detalles de dónde, cuándo, y con quién.
DIRECCIÓN
¿Cómo guía Dios?
- Por medio de la oración. Nunca se quiso que la oración sea una comunicación de una dirección. Esa es una contradicción en términos. C.S. Lewis dijo que hay dos clases de personas en el mundo: los que oran, “que se haga Tu voluntad” y los que oran, “que se haga Mi voluntad”. Cundo oro “venga Tu reino”, significa que “Mi reino” – donde yo estoy a cargo – ¡tiene que irse!” El propósito de la oración no es hacer que Dios haga lo que queramos, sino alinearnos con lo que Dios quiere, en otras palabras, con Su voluntad. Así que pregúntale a Dios qué quiere que hagas, y luego ¡escucha! Al orar y leer Su Palabra, mantente atento a los buenos maestros de la Biblia y lee libros que expliquen Su palabra, mientras escuchas a la tranquila, pequeña voz que convence a tu corazón, Dios te mostrará lo que Él quiere.
A veces, si estás en sintonía con Su espíritu, Él te responderá inmediatamente como lo hizo con mi esposo. Un una conferencia misionera de jóvenes, Willy aprendió que “Tú no eres tuyo: eres comprado a un precio.” (1ra de Corintios 6:19-20), y cada miembro del cuerpo tiene una función y si alguna parte del cuerpo no está haciendo su trabajo, todo el cuerpo sufre (Romanos 12). Él le pidió a Dios que lo perdone por hacer sus propios planes para una ambiciosa carrera, y le preguntó a Dios qué parte del cuerpo se suponía que fuera. “Un pie: un misionero,” fue la respuesta que relampagueó en su alma. Él nunca ha dudado de esa llamada en cinco décadas de ministerio.
¿Están tus oraciones alineando tus deseos con lo que Dios quiere?
- Por medio de Su Palabra. No solo abras tu Biblia para poner tu dedo en un versículo. Dios nos guía mejor cuando estamos pasando tiempo diariamente en Su palabra. Si alguien te habla o te llama de otro lugar, tienes que estar lo suficientemente cerca para escuchar. Para conseguir una conexión y recibir tus mensajes de celular, necesitas estar cerca de una torre. El pasar tiempo regularmente con Dios en oración y estudiando Su Palabra te mantiene cerca de la Fuente y crea las condiciones perfectas para que Dios te hable acerca de tu vida y Su voluntad para ti.
¿Solo te vuelves a Dios cuando tienes una crisis para la que necesitas dirección, o estás dejando que Él te hable y te guíe todos los días?
- Por medio de sabios consejeros. Pídele a Dios que te dé sabios consejeros. No le preguntes a demasiadas personas porque recibirás muchas opiniones diferentes. No vayas preguntando a tanta gente hasta que alguien diga justo lo que quieres oír porque podría no ser lo que Dios quiere decirte. ¿La persona a la que le estás preguntando vive una vida devota? ¿Sus palabras están de acuerdo con lo que Dios dice en Su Palabra? ¿La persona tiene discernimiento acerca de la gente y cuestiones espirituales? ¿Confías en que esa persona no tratará de jugar a Dios para decirte que hacer o controlarte? A veces puede parecer más fácil tener a alguien que decida por ti, pero Dios quiere que aprendas a responsabilizarte de tus propias decisiones. El trabajo de un mentor es hacer las preguntas correctas y respetar quién eres y lo que Dios está haciendo contigo y sobre todo, ayudarte a encontrar tu lugar en Su gran plan.
¿Tienes al menos un mentor sabio, en cuyo juicio confíes y que no trate de decirte lo que deberías hacer?
- Por medio de Su paz. Solo el Espíritu Santo puede dar profunda paz y convicción de Dios. El diablo no puede falsificar esta paz. Recuerdo una vez ir en tren a una segunda entrevista con una organización misionera. Tenía tanta paz en mi corazón que sabía que era el camino de Dios hacia adelante incluso antes de que fuera aceptado para el servicio. Esa paz me capacitó para hacer un movimiento valiente (¡yo que era tan tímido!) y establecerme en el sendero de una carrera espiritual que ha sido completamente guiada por Dios durante cuatro décadas. Conocer y tener la paz de que estas en la voluntad de Dios te ayuda a enfrentar gigantes.
¿Estás familiarizado con “la paz que sobrepasa todo entendimiento” de Dios?
- Por medio de las circunstancias, pero cuídate de pensar que si una puerta está abierta, deberías atravesarla. O que si una puerta está cerrada, que Dios no quiere que tú la atravieses. Antes de decidir si atravesar o no una puerta abierta o cerrada, necesitas ver quién la ha abiertoo cerrado. Las circunstancias solas no son suficientes para fundamentar la dirección. Dios ha llevado a muchos misioneros a través de puertas cerradas y muchas puertas abiertas han llevado a trampas del enemigo. Seguir las circunstancias puede ser una forma perezosa y eso nunca debería reemplazar el tiempo pasado en oración y leyendo la palabra de Dios para descubrirlo a Él y lo que Él está diciendo. La graduada de la escuela bíblica Lora sabía que Dios quería que ella sirva en Mozambique, pero el país estaba cerrado. Otra organización trató de convencerla de que vaya a Costa de Marfil. Preguntamos si estaba segura acerca de la dirección de Dios hacia Mozambique. Ella lo estaba, así que la alentamos por fe a ir a Portugal por 18 meses para aprender portugués. Cuando ella terminó sus estudios, Mozambique no estaba solo abierto, sino también el grupo de personas que Dios había puesto en su corazón. Ella después conoció a su esposo misionero en Mozambique donde ellos y sus hijos continúan sirviendo a Dios en portugués.
¿Tomas la salida perezosa permitiendo que las puertas abiertas y cerradas decidan por ti, o buscas averiguar si Dios abrió o cerró la puerta?
Indicadores de tu llamado misionero. Angela Brandle
Hay algunas cosas a las que todos los cristianos son llamados, tales como seguir a Jesús, vivir una vida santa y ser testigos para Cristo. Pero cada uno de nosotros es único, y así es el llamado de Dios en nuestra vida. Cumplir tu llamado significa averiguar lo que Dios quiere que seas y hagas en esta tierra y luego hacerlo con todo tu corazón, mente, alma y fuerza. Cuando hablamos acerca de ser llamados al ministerio, una carrera, o a llegar a ser un misionero, Dios ya ha puesto indicadores en tu vida para mostrarte donde encajarás mejor.
- Tus talentos. Un factor enorme para discernir lo que Dios quiere que hagas con tu vida es saber lo que Él quiere que seas. ¿Quién eres tú? ¡Haz lo que eres! Por ejemplo, si Él te ha dado el don de la enseñanza, ¡enseña! Si él te ha dado creatividad, ¡crea! Si eres un artista, ¡dibuja! Cuando hayas descubierto tus talentos, recibe todo el entrenamiento y preparación que puedas para desarrollarlos y perfeccionarlos. Como dijo Abraham Lincoln “¡Lo que sea que seas, se uno bueno! ¡Cuánto más si es para el Señor!
¿Has descubierto para qué fuiste hecho? ¿En qué eres bueno? ¿Qué disfrutas hacer?
- Tus dones espirituales. Cualquier ministerio efectivo está basado en tener un don espiritual para el mismo. Si no tienes un don para predicar, por ejemplo, puedes prepararte, sudar y gritar tanto como quieras, pero lo que hagas en la plataforma no transformará las vidas de la gente. Estarás esforzándote el doble por poco o ningún resultado. Si tienes un don para el evangelismo, por dar otro ejemplo, entonces, en algún momento, verás a la gente viniendo a Cristo, y es claro que tu ministerio (o uno de ellos) es el ser evangelista. Los dones espirituales están listados en Romanos 12, 1ra de Corintios 12 y Efesios 4. Lee esos capítulos y enumera cuales son. Me han sorprendido las respuestas que la gente me da cuando les preguntaba cuáles eran sus dones espirituales, porque lo que nombraban no encontraban en absoluto en esas listas.
¿Cómo descubrimos un don espiritual? Creo que las pruebas para “encontrar tu don espiritual”, sea en papel o en internet, tienden a ser superficiales porque podrías no tener suficiente experiencia para haberte “probado” y hecho algunos descubrimientos en la práctica. Descubrimos nuestros dones al lanzarnos al servicio de Dios. Toma más tiempo, pero es una forma segura de averiguarlo. Involúcrate en servir a Dios en tu iglesia, tu campus, o tu comunidad en el rango de los ministerios a los que estas atraído. Encuentra un buen mentor honesto y con discernimiento que pueda observarte y decirte dónde estás fuerte o donde no.
¿Cuáles son los indicios de que tienes un don particular?
- Te encanta hacerlo, incluso si al comienzo estas realmente nervioso o asustado. Mientras más lo haces, más te energiza.
- Otros confirman que tienes un don. Cuídate del halago vacío o de personas animándote solo porque necesitan un voluntario para un trabajo particular. Cuando un profesor de dirigía la escuela dominical donde yo enseñé me dijo que yo era un profesor nato, pudo creerle. Otros luego confirmaron lo que ella había dicho.
- Da fruto. Si tienes un don, eventualmente dará fruto espiritual. Por ejemplo, si tienes el don espiritual de enseñar, las vidas empezarán a ser transformadas.
- Edificará la iglesia. Todos los dones son dados para el beneficio de construir la iglesia de Dios y traerle gloria a Él.
Todos los ministerios efectivos están basados en dones espirituales. Así que solo puedes ser un evangelista fructífero si tienes el don del evangelismo. Tú puedes solo ser un profesor de la Biblia de tal manera que lleva a la transformación de las vidas de otros si tienes el don espiritual de la enseñanza. Tu solo puedes ser pastor si Dios te ha dado el don de pastor (de ser un pastor del pueblo de Dios, y cuidar las ovejas es un ministerio problemático, no un ministerio de apariencias), etc. La educación y el entrenamiento son formas excelentes de aprender cómo usar tus dones y saber usar la Biblia en tu ministerio, pero una calificación educacional sin el don espiritual no te convertirá en un ministro efectivo para Cristo. No seas como el novato de la universidad que nos dijo que iba a ser un pastor experimentado de modo que será mejor que Dios le de los dones para serlo. Después de que le explicamos que el ministerio está basado en dones que Dios ha dado, él decidió repensar sus ambiciones y ¡canceló su pedido!
¿Sabes cuáles son tus dones espirituales? ¿Estás usándolos y desarrollándolos?
- Tu personalidad. Dones diferentes requieren diferentes tipos de personalidad. Por ejemplo, un introvertido, que renueva su energía estando tranquilo y solo, disfrutaría la traducción de la Biblia (tratar con datos y detalles) más que un rol que involucra mucho contacto con la gente. Él podría tener un ministerio hacia la gente pero necesitaría después momentos a solas para recuperarse, estudiar y prepararse para su siguiente incursión en la multitud. Un extrovertido, que renueva su energía estando con la gente, encaja más naturalmente en roles que involucran mucho contacto con la gente. Algunas personas son felices viviendo en condiciones simples o rurales; a otras les gusta la ciudad. ¡A algunas personas les encanta la rutina; otras la detestan! Algunos quieren el mismo ministerio todas sus vidas. Pero otras disfrutan la variedad en diferentes etapas de sus vidas. Es importante descubrir cómo funciona mejor tu personalidad y escoger el lugar correcto para florecer. Si no puedes verte haciendo la misma cosa toda tu vida, elige un grupo misionero como el SIM que tiene un amplio rango de oportunidades ministeriales y que alienta el ministerio personal y el desarrollo.
¿En qué tipo de ambiente o rol florece tu personalidad?
- El carácter cristiano. ¡Cuídate! Es posible tener un don o dones antes de que tu carácter cristiano sea maduro. Esto es un peligro. Si un don es usado por orgullo, egoísmo o ambición, esta inmadurez de carácter causará que el ministerio falle. Es posible encubrir fallas en el carácter cristiano por un tiempo, pero eventualmente la falta de buenos fundamentos causa que el ministerio colapse en los huecos, o que los asuntos no resueltos bajo la superficie exploten, con daño tanto para el ministro como para los que reciben el ministerio. El tener dones nunca es un sustituto para la maduración de un sólido carácter cristiano. No te apresures hacia el perfil alto, ministerios influyentes demasiado rápidamente; ¡que Dios te prepare! ¡La paciencia es mejor que una caída pública!
¿Cuán maduro es tu carácter cristiano? ¿Estás en la etapa que se espera para tu edad espiritual? ¿Podría Dios confiarte un ministerio público?
Frecuentemente oímos que la gente dice que son “llamados” a un país, un grupo de personas, o a servir con una `particular agencia misionera. Sería mejor llamar a esto “orientación”. Ya que todos somos únicos, Dios nos guía a cada uno de manera única. No hay “un tamaño le queda a todos”. Dios les muestras a algunas personas claramente donde Él quiere que lo sirvan. Algunos incluso conocen el nombre del país o ciudad a la que Él los está guiando. Dios les muestras a otras personas que Él quiere que sirvan con un grupo eclesial particular o una agencia misionera particular, sin ser específico acerca de dónde. Tales personas están dispuestas a ir donde sea que sus dones coincidan con las oportunidades. No compares tu experiencia con las de otros ni esperes que Dios repita la forma en que los guie. Sí, Él promete guiar, pero más que nada, Él quiere que lo busques.
¿Es conseguir la orientación de Dios la cosa más importante?
Como seres humanos queremos conocer los detalles de nuestro futuro, qué sucederá, donde iremos, lo que haremos, en qué orden y con quién – ¡desde ahora hasta que muramos! Incluso aunque Dios conoce exactamente cómo nuestra vida va a desarrollarse (Salmo 139), a veces Él solo muestra el siguiente paso que necesitamos dar. O Él muestra el amplio destino, y nos sorprende la ruta por la que nos guía para llegar ahí. ¿A qué se debe esto? Bien, nosotros probablemente tendríamos una de dos reacciones: los más sanguíneos entre nosotros agarrarían nuestras órdenes de marcha y se apresurarían a ejecutarlas en una ráfaga de actividad, concentrándose en la tarea y olvidándose de buscar a Dios. Tener que buscar Su orientación nos mantiene dependientes de Dios. O, si somos más cuidadosos, miraríamos a todo lo que nos espera adelante, las luchas, las proezas, y declararíamos, “¡Nunca podría hacer eso!” Nos congelaríamos y optaríamos por quedarnos justo donde estamos. Nuestra necesidad de orientación nos recuerda nuestra necesidad suprema, más importante que averiguar los detalles que estamos tan ansiosos de descubrir, y que es nuestra necesidad de conocer a Dios. Dios desea revelar más de Sí mismo a nosotros y es en la vivencia y la lucha de la vida que descubrimos todo lo que Él es, al pasar tiempo buscando Su rostro.
Dios usa la orientación para atraernos más cerca de Él y para ayudarnos a conocerlo mejor. Hay momentos cuando la orientación de Dios parece ser retenida. Si deseas ambas cosas: saber y seguir Su voluntad, será presente en tu vida. No puedes equivocarte cuando te comprometas a Su voluntad, Él te guiará.
¿Conocer y amar a Dios significa más para ti que solo consultarle acerca de lo que piensas que necesitas saber para evitar cometer un error en tu vida? ¿Está tu deseo de discernir Su voluntad centrada en ti o en Él?
Ver el mapa grande de las misiones.
Introducción: : Muchas veces, movidos por el entusiasmo una persona piensa que ser misionero es una aventura que consiste en “irse lejos”, rumbo a lo desconocido y se lanzan a buscar por internet un lugar a dónde ir, ansiosos de partir cuanto antes…
Esto puede ser un gran error.
La misión es un servicio a Dios y a la Iglesia, es una opción de vida.
Y por lo tanto requiere de un proceso serio de discernimiento, preparación y maduración.
Veamos más detenidamente de qué se trata, y cómo puedes dar pasos firmes.
1. ¿De qué misión estamos hablando? Intentemos arrojar luz sobre las palabras misión y misionero. Hay dos usos para la palabra misión. La Misión general de toda persona que es seguidor de Jesús. Decimos que la Iglesia es misionera porque ha recibido de Jesucristo el encargo (misión) de evangelizar, es decir, de hacer que todas las personas conozcan a Jesucristo como único Salvador y puedan vivir en comunión con El. Todos los miembros de las Iglesias están llamados por Jesús a participar de esta misión, tanto con su testimonio de vida, sus acciones y la administración personal de los recursos que Dios le ha dado (tiempo, capacidades, dones, dinero, bienes, etc) En este sentido amplio del término misión, todo cristiano es misionero porque escucha el llamado de Jesús a Predicar (Marcos 16.15) y esta en condiciones de obedecerlo. En este mismo sentido, cualquier cristiano estaría cumpliendo con su misión con el simple hecho de ser cristiano, porque estaría anunciando a Jesucristo con su vida en su familia, en su trabajo, etc. De la misma manera, podría decirse que todo lo que hace la Iglesia está ordenado a dar cumplimiento a esta misión. Pero existe otro significado mas especifico de la palabra misión. Dentro de todas las acciones y actividades que desarrolla la Iglesia, existen algunas que específicamente están orientadas al anuncio del Evangelio a los no cristianos y en otro escalón siguiente anunciar el evangelio a los que nunca lo han escuchado. Existen personas que se dedican específicamente a realizar esta tarea concreta de llevar el evangelio a las etnias que no tienen acceso a escuchar el mensaje del evangelio. En este sentido, Dios llama particularmente a algunos hombres y mujeres para esta vocación especial. Es a esta misión y a estos a los que nos referimos con el nombre de misioneros. 2. Formas de participar en la Obra misionera Existen distintas formas de participar de la Obra misionera de la Iglesia: Actividad del misionero en el campo. Es la actividad que lleva a cabo evangelización de los no cristianos. A los que realizan esta actividad misionera específica es a quienes con toda propiedad se designa con el título de “misioneros”. Esta actividad misionera específica, persigue los siguientes objetivos: Anunciar a Jesucristo a los que no lo conocen, procurar establecer la Iglesia en donde no existe, fortalecerla allí donde existe pero no tiene una vida comunitaria activa y evangelizadora o promover los valores cristianos como son la paz, la justicia y la libertad. Cooperación Misionera: Es una actividad distinta de la actividad misionera en el campo. Mediante la cooperación todos, aún cuando su situación de vida no les permita realizar una actividad misionera específica, pueden colaborar con ésta, desde su propio lugar. La cooperación misionera permite que todo cristiano e Iglesia participe y colabore activamente con la misión universal de la Iglesia. Esta cooperación se puede realizar de diversas maneras, por ejemplo: • Cooperación Espiritual: la oración e intercesión es el motor de la misión y todo cristiano puede involucrarse de forma comprometida en orar por los misioneros y los pueblos no alcanzados. Para realizar este trabajo contamos el recurso de la Guia de oración disponible en internet: www.guiamundialdeoracion.com • Cooperación Material: La empresa misionera como todas las empresas requiere del aspecto financiero y la colaboración con dinero u otros bienes, constituye un aporte fundamental para el sostén de las misiones y los misioneros. • Cooperación con Misioneros: Consiste en la prestación de servicios misioneros temporales. Es cuando un cristianos o grupo realiza un viaje de corto plazo para colaborar en una zona necesitada o ayudar a un misionero establecido. Pastoral Misionera: Es el conjunto de actividades que tienen por finalidad, procurar que los cristianos e iglesias participen activamente de la Actividad Misionera o que cooperen con ella. Esta Pastoral Misionera se desarrolla mediante 4 servicios: • Movilización Misionera: procura despertar, mover, avivar y sostener el espíritu misionero de cristianos e iglesias de manera que se interesen por las misiones y nazcan así vocaciones misioneras, o cooperen con ellas. Quienes hacen movilización misionera, la realizan mediante eventos, charlas, revistas u otros medios de comunicación, folletos, exposiciones, videos, retiros, libros, conferencias, campañas misioneras u todo tipo de acontecimientos que ayuden a este fin. • Formación Misionera: Busca formar a los cristianos para que adquieran los conocimientos, criterios, actitudes y aptitudes necesarias para participar de la misión de la Iglesia. Incluye desde la formación de la iglesia hasta la formación de capacitadores de misiones pasando por la ineludible tarea de capacitar a los candidatos a misioneros para ir al campo. Esta tarea se realiza mediante charlas, cursos, talleres, publicación de libros, artículos en revistas y conferencias misioneras entre otras variantes siendo la iglesia local, los seminarios bíblicos y los centro de capacitación misionera los responsables de preparar a los candidatos a misión. • Promoción de la Cooperación Misionera: Busca motivar a que los cristianos realicen cooperación misionera. Quienes motivan la cooperación misionera lo hacen promocionando la promesa de fe como método de sostener la obra misionera, promoviendo campañas, congresos, encuentros de concientización buscando ofrecer conexiones oportunas a los actores de la obra misionera. • Organización Misionera: Busca coordinar las inquietudes e iniciativas misioneras, favoreciendo el mejor aprovechamiento de los recursos para la misión. Quienes hacen organización misionera, lo realizan promoviendo la formación de grupos y asociaciones misioneras, apoyándolas en su crecimiento y coordinando las actividades de las mismas en conjunto con otros organismos e instituciones misioneras. 3. Qué tengo que hacer si quiero ser misionero. Si tu elección es ser una misionera o misionero de campo es importante aclarar inicialmente que la tarea misionera es responsabilidad de la iglesia y no una tarea individual. Un misionero no es un “francotirador” que se lanza solo por el mundo a predicar el evangelio. En primer lugar, te mostramos algunas formas en las que se puede desarrollar esta experiencia misionera: Desarrollando las capacidades ministeriales misioneras dentro de la iglesia local. Dentro de la iglesia local un candidato a misionero debe aprender a tener su tiempo devocional, predicar el evangelio, hacer discípulos, abrir grupos pequeños o células, formar líderes de grupos pequeños, plantar una nueva iglesia y desarrollar al máximo posible las aptitudes y actitudes de un cristiano comprometido. Este es el primer paso. Centros de Capacitación Misionera: Existen Centros o Institutos que tienen la misión específica de capacitar y enviar misioneros a territorios de misión. En estos centros el candidato podrá completar su capacitación misionera antes de salir al campo. Existen diferentes Centro con distintos objetivos y es importante que el candidato analice cual es el más apropiado para los objetivos que desea alcanzar junto con su iglesia. Viajes misioneros: Existen grupos y ministerios enfocados en realizar actividades misioneras concretas “más allá de las fronteras” generalmente de “corto plazo” y que permiten tener una experiencia de choque transcultural que puede ayudar al candidato a evaluar su deseo e intención hacia las misiones. Conclusión: Ahora bien. Teniendo una idea más clara de las diferentes áreas en las que un cristiano puede involucrarse en las misiones puedes analizar en oración y tranquilidad a cuál de estos perfiles de servicio Dios te está llamando. Puedes ser misionero viviendo en tu propio país, en tu casa, y realizando experiencias temporales de actividad misionera específica, o cooperación o movilización misioneras. O también puedes sentir el llamado a ir “más allá de las fronteras”, a predicar a Jesucristo allí donde no es conocido…. Un misionero no es alguien que “es llamado” desde una tierra lejana para ir a misionar, sino alguien que ES ENVIADO por Dios y su propia Iglesia a Plantar el evangelio en otra comunidad. Es importante que para avanzar te pongas en contacto con tu pastor e iglesia sobre tus deseos de ser un misionero y puedas con su ayuda empezar a caminar hacia el campo misionero. Muchas personas se entusiasman con la misión (lo cual está muy bien. ¡Ojalá fueran muchos más!!) pero piensan que misionar consiste en “irse a otro país y otro continente si es posible”. Entonces inician una búsqueda de “a dónde puedo ir”. Normalmente, un proceso serio de envío misionero, se encauza desde la propia iglesia, mediante un seguimiento del candidato, en primer lugar el candidato deberá demostrar su pasión por las almas en la propia iglesia y dedicarse a aprender los procesos básicos de la vida devocional, evangelismo personal y grupal, discipulado personal y grupal, desarrollo de grupos y formación de líderes, de esta manera se va forjando el carácter y las capacidades necesarias para las misiones. Luego que se han demostrado las aptitudes necesarias (motivación firme y por razones valederas, estabilidad emocional, capacidad de trabajo en comunidad, sólida formación y espiritualidad el candidato puede completar su formación en un instituto o centro de formación misionera donde adquiera todas las herramientas transculturales, desarrolle su carácter y las relaciones interpersonales a fin de ser efectivo en el campo misionero. Si quieres ser misionero ahora puedes empezar a definir tus próximos pasos. 7 estrategias para conocer tu llamado transcultural.Bases Bíblicas: Génesis 12:1-3 Jonás 1:1-2, Hechos 13:1-4, 16:6-10 Introducción ¿Cómo se puede conocer que se tiene un llamado misionero transcultural? ¿Qué señales ofrece el Espíritu Santo para guiar a la Iglesia hacia las misiones? ¿Qué pasos concretos se deben dar para trabajar el llamado misionero transcultural? Todos los creyentes son llamados a ser testigos del evangelio a cada criatura sin excepción y cada hijo de Dios tiene el llamado general divino a la verdad, a la santidad, a la salvación y a la unidad según Juan Cap. 17; sin embargo hay algunos que tienen la capacidad sobrenatural del Espíritu Santo para cruzar fronteras y adaptarse a otras culturas. Dios ha dado a la Iglesia hombres y mujeres con la capacidad de establecer iglesias donde éstas no existen; en cuanto al tema John Stott comenta lo siguiente: “…podemos decir con toda firmeza que en la actualidad no hay apóstoles de Jesucristo porque ninguno ha tenido una aparición del Cristo Resucitado, hay líderes, hay obispos, hay evangelistas, hay pioneros, hay misioneros y plantadores de iglesias a los que podemos referirnos como ministros apostólicos”. Quiero compartir siete estrategias para conocer el llamado misionero transcultural; estas estrategias serán una guía a los candidatos o llamados a un ministerio transcultural. Primera Estrategia: Pertenecer a una iglesia madura Las “Antioquías” modernas del siglo XXI no son muchas, pero ¿que es una Iglesia madura?, se puede decir que iglesia madura es una iglesia enviadora. La Iglesia como comunidad del Reino tiene que hacer y ser un agente de bendición como lo registra el libro de Génesis y se puede ver en Isaías 49 o en Romanos 15:20. Solo un discípulo activo y comprometido con su iglesia local puede cultivar y desarrollar una visión misionera basada en una pasión evangelizadora. La Iglesia provee la mayor confirmación y capacitación a un candidato para su formación, pero antes de la iglesia viene el hogar, la familia es en este contexto, donde se madura un estilo de vida de acuerdo a los dones y talentos que Dios ha dado tanto a la Iglesia como a sus miembros; se debe pertenecer a una comunidad del Reino y pertenecer a una familia que brinde la cobertura espiritual de amigos y hermanos que brindan su compañía en este llamado y en este ministerio. Segunda Estrategia: Pertenecer a un ministerio evangelistico y discipular en un contexto de intercesión. Solo una búsqueda de la presencia de Dios ayuda a entender su voluntad; solamente una búsqueda de la presencia de Dios ayuda a comprender lo que es una guerra espiritual en la que se encuentra la Iglesia, lo cual es constante y continua. Si se tiene pasión por las personas se va amar los pueblos y a las etnias de la tierra. Lo que la Iglesia hace aquí, lo puede hacer en otros lados con las actitudes y herramientas adecuadas. La Iglesia Nazareth de El Salvador, celebró su conferencia misionera vigésimo séptima en junio de este año, el que escribe estas líneas estuvo en la primera, y fue allí donde recibió su llamado para salir a la India y no fue hasta diez años después que fue posible la salida. En este proceso Dios proveyó pastores que animaron a este servidor para ir al Seminario Teológico Centroamericano de la ciudad de Guatemala para ser instruido, forjar el llamado misionero y formar el carácter. Este es todo un proceso para participar en un ministerio; este servidor llegó a la India habiendo pasado por todo un proceso de mucha información, formación y transformación; y citando a Daniel Andersson fue necesario pasar también por: “un proceso de transtornación”. Tercer Estrategia: Profundizar en una capacitación especializada Después del hogar y la Iglesia es necesario asistir a un centro para someterse a un programa de capacitación. Si hay mucha capacitación transcultural hay posibilidades de éxito en el campo. El 10% de la fuerza misionera iberoamericana se ha regresado del campo y la primera razón por la cual ha regresado no fueron las finanzas, problemas de salud, la razón fue que el llamado misionero no estaba claro, esta es la primera razón de la deserción por parte de los misioneros que han salido desde Ibero América, por esto se necesita una formación integral que debe incluir bases teológicas, bíblicas y misionológicas. Por supuesto que existen personas que han aceptado el reto de ser misioneros a corto plazo, mediano plazo y misioneros a largo plazo como los pioneros. Dios ha dado una diversidad en el esfuerzo misionero. Este servidor estuvo en India por dos años y se regresó y entendió que tenía un proyecto a corto plazo. Con el poder del Espíritu Santo se puede profundizar en esta capacitación como discípulos para bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo a aquellos que todavía no han sido alcanzados para el Reino; pero antes se debe ser y hacer discípulos en su propio contexto (Jerusalén) para cruzar simultáneamente las barreras para penetrar el contexto regional (Judea) el contexto nacional (Samaria) y el contexto internacional (hasta lo último de la tierra). Cuarta Estrategia: Proponer a la Iglesia u organización del deseo de ministrar trasculturalmente El que está trabajando el llamado misionero necesita sentarse para dialogar en oración, en ayuno, en sumisión al liderazgo de la iglesia local y luego presentar esta propuesta de un ministerio transcultural, el cual ya debe estar definido, este puede ser un proyecto a largo plazo (5-7 años). Para esto se sugiere una práctica misionera, un viaje exploratorio con el espíritu de Josué y Caleb de ir a observar la tierra y debe penetrar en el lugar donde se desea estar para traer un informe (este viaje exploratorio debe ser de por lo menos tres meses) . Toda esta propuesta al liderazgo tiene que ser en consenso con el candidato, para establecer una agenda misionera que incluya la visión, la misión y los objetivos muy claros del proyecto; esta decisión toma tiempo ya que la inversión de tiempo y dinero es a largo plazo, es un gran esfuerzo el que se debe hacer, no se puede dar el lujo de fallar en algunas cosas sobretodo en los no negociables . Esto implica escoger una agencia o una red de agencias si se estima conveniente (en el continente americano hay alrededor de 500 agencias misioneras). Y es que no se puede hacer misiones solo, es necesario hacer alianzas estratégicas para proponer un proyecto. Quinta Estrategia: Posicionar en la mente y en el corazón un llamado a las misiones. En este punto es donde se emplea la base de Hechos 13:1-4 y 16:6-10. Este llamado puede ser un llamado verbal , es decir el Espíritu Santo habla, pone una palabra y es que se necesita la palabra de Dios que inspire, aliente en los momentos de mayor desanimo o de tentaciones o pruebas; para esto se necesita esa palabra de Dios escrita, relevada a través del Espíritu Santo. Y no se puede limitar a Dios el puede usar otros medios (una visión) para hablar al que tiene el llamado y comprender la necesidad que hay en el mundo (por ejemplo Asia). La misión es global pero es necesario tener claro el lugar geográfico al que el Espíritu Santo está llamando al misionero. Dios es el dueño de la mies y los misioneros son los instrumentos que Él desea usar para recoger la cosecha; en su soberanía Dios ha escogido a esta generación para cumplir de forma más estratégica con la misión. Es necesario tener un cuadro mental de la gracia de Dios para que este se conecte con el plano de la comunicación del evangelio. En los pasaje de Hechos Antioquía y Macedonia son una clara muestra de un llamado a las misiones trasculturales y es que Dios no se equivoca, él tiene su tiempo para preparar y colocar a sus instrumentos donde Él quiera, como Él quiera y cuando Él quiera. Sexta Estrategia: Proyectar un plan personal Es necesario presentar un plan a la luz de ese llamado transcultural; este puede ser un proyecto de investigación personal (una monografía, una tesis) que refleje esa pasión que Dios ha dado al candidato. Es recomendable para los llamados que escriban su visión y que la compartan con su familia, amigos y sus líderes. El plan personal debe ser aprobado y probado por la Iglesia y los lideres alrededor del candidato. Séptima Estrategia: Definir la actitud personal frente al llamado transcultural En este punto es necesario colocar la mirada en el Reino de Dios y su justicia, mantener la mirada fija y firme pues habrá muchas distracciones, el creyente tiene un enemigo común que está tratando constantemente que estos llamados se vayan “al fondo de la basura”. Pero Dios está dando nuevas oportunidades, citando al Lic. David Ruiz él comenta que los latinos son el 5% de la fuerza misionera mundial, parece la historia moderna de David frente a Goliat con 5 piedras; este Goliat puede ser no solo Satanás sino la propia actitud de la persona que ha sido llamada debido a su falta de fe, falta de humildad, falta de sencillez, falta de honestidad, la falta de sensibilidad interior; por eso es necesario que el candidato sea transparente e integro en todo. Conclusiones En primer lugar todos los creyentes están en el proceso de transformación personal, pero antes de la transformación viene un proceso de información y está información cada vez más está cambiando, las estadísticas misioneras de ayer no son iguales a las de hoy. Esto demanda una actualización constante por parte del misionero, se deben buscar las fuentes adecuadas que provean la información adecuada. En segundo lugar se debe ejercer una labor de mentoreo con los candidatos, se les debe acompañar pastoralmente, motivarles en su llamado, guiarles espiritualmente y promocionarles espacios de información y formación transcultural. En tercer lugar es necesario considerar el tiempo previo a salir al campo, algunos opinan que son siete años en promedio, este tiempo no debe servir para desanimar sino para estar en un proceso de capacitación transcultural. En cuarto lugar entender que Dios guía al creyente de acuerdo a su propósito y lo hace a través de: • Su Palabra • Su paz sobrenatural • La persuasión del Espíritu Santo • La provisión de dones y talentos • La participación de consejeros sabios En quinto lugar recordar que se pueden hacer misiones, “yendo” “orando” y “ofrendando” pero al final todos forman un solo equipo En sexto lugar permanecer en la unidad del Espíritu Santo en respuesta a la intercesión de Cristo para que el mundo crea que El nos ha enviado y hacer un misionero único y trascendente en el tiempo actual. Honrar a tus padres y obedecer el llamado. Daniel Bianchi“Honra a tu padre y a tu madre… es el primer mandamiento con promesa” (Efesios 6.2). La promesa es “para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. (Exodo 20.12). Abraham fue llamado fuera de su familia. Dios le prometió que con él formaría una nueva familia y que su propósito era usarlos para que todas las familias de la tierra fueran bendecidas por intermedio suyo. No obstante entre los mayores desafíos que enfrenta una persona con inquietud misionera es que su propia familia entienda ese llamado y esté dispuesta a apoyarlo. Los padres pueden ser colaboradores y partícipes en el llamamiento o piedras de tropiezo para el mismo. Por otra parte hay muchos hijos que actuando sin darle el honor que los padres merecen , toman decisiones sin tenerlos en cuenta lo cual produce heridas en el corazón de los suyos que tardan en sanar. No siempre tus padres estarán de acuerdo y orarán conforme al llamado de Dios para tu vida. Algunos, tienen padres cristianos pero éstos no entienden por qué hay que ir a otro país: “¡Hay tanta necesidad acá!”. Otros tienen padres cristianos (o no cristianos) que se oponen a semejante idea. ¿Cómo manejás esto? ¿Té rebelás?. ¿Abandonás lo que Dios te pide que hagas?. ¿Te escapás?. Aquí van algunas sugerencias prácticas: 1. Orá con tus padres El primer y más básico paso en cualquier problema es derramarlo delante del Señor. Si tus padres son cristianos, ¿Por qué no preguntarles si ellos quieren orar acerca de este tema?. De esta forma los harás partícipes en el proceso de tomar la decisión y estarán más dispuestos a entenderte y apoyarte. 2. Mostrales amor Para honrarles no tiene importancia que sean creyentes o no. Hay que darles amor. Los padres lo necesitan (y muchas veces más) que los hijos. No dudes en decirle a tus padres (verbalmente y con tus acciones) que los amas. 3. Dedicales tiempo Una de las mejores maneras para mostrarle amor a tus padres es invertir tiempo con ellos. Los padres quieren tiempo con sus hijos. En mi propia experiencia me llevó un tiempo entenderlo. ¡Estaba tan ocupado en el servicio!. Lentamente comencé a dedicarles tiempo. Salimos juntos, pasamos vacaciones y fue una bendición para ellos y para mí. Esto es además una preparación para la inevitable separación que vendrá cuando estés en otro lugar del mundo. 4. Hacelos parte del proyecto Si té preparás en serio para tu llamado misionero, ya sea a largo o corto plazo, necesitás aprender todo lo que puedas acerca del país al que estás yendo. ¿Por qué no involucrar a tus padres en este aprendizaje también? Ayudalos a sentir el entusiasmo y todo lo que significa vivir y trabajar en una nueva cultura. Tal vez se animen a leer un libro acerca del tema del país sobre su religión predominante. ¡Hasta pueden ver una película juntos!. Conocer más de lo que vas a enfrentar hará que se disipen dudas y será una experiencia de aprendizaje para todos. 5. Nunca los olvides Una vez en el campo, no dejes de mantener el contacto con ellos. Con las presiones del trabajo a veces se posterga el escribir una carta. Hay pocas cosas más importantes que mantener la comunicación con tus padres. Actualmente existen muchos medios para comunicarse: correspondencia, teléfono, fax, correo electrónico. Tenés que invertir en eso. ¿Qué te parece invitarlos para que vayan a visitarte?. 6. Viví tu llamado Aunque tus padres no sean cristianos, no hay que esconder el hecho de que Jesucristo toma el primer lugar en tu vida. Tu ida a otro país es una respuesta de obediencia al llamado de Dios de compartir el evangelio a todas las personas y naciones. Tus padres posiblemente no entiendan tu sentir. Pero sí lo respetarán al verlo por medio de tu vida. Aunque se opongan a tu salida, ellos deben ver que esto está basado en tu obediencia al mandamiento de quien es ahora el Señor de tu vida. No te olvides que el amor es amable, paciente y todo lo espera. ¿Y si no son cristianos? Mayor responsabilidad te cabe como hijo de Dios. Vos sos el que tenés que entenderlos y amarlos aún más porque al no conocer al Señor no pueden comprender todo lo que té pasa. El que ellos no sean creyentes te libra de tu responsabilidad de amarlos y honrarlos. Hay muchos jóvenes que salieron al campo aunque sus padres no eran cristianos. Muchos coinciden en decir que durante ese período de ausencia vieron a Dios obrar en sus padres de una manera especial. Por lo general la primera preocupación de los padres es que sus hijos estén bien y seguros de lo que hacen. Esta situación puede demandar que pospongas tu salida por amor y testimonio a tus padres. Ejemplo: Un ejemplo de ellos es un jóven, llamémosle Mariano, que recientemente vino a mi oficina para una entrevista interesado en salir a un proyecto misionero de corto plazo a Mozambique. Poco después me llamó su padre muy preocupado acerca de los riesgos de ir a ese lugar. (Riesgos acerca de los cuales Mariano estaba plenamente informado). Finalmente Mariano decidió que sería de mayor testimonio postergar su deseo de salir y hablar con su padre de todo lo que eso significaba para él. Me alegré con él al saber de su sabia decisión. Ello ayudará mucho para que en un futuro cercano, cuando Mariano deba dar pasos concretos para seguir su inquietud misionera, la actitud de su padre sea más comprensiva. Por otra parte puede suceder que debas mantener una firmeza amorosa en tu decisión de salir. Aún cuando sea así tus comunicación debe ser: “Papá, mamá, ustedes saben que los amo y que son lo más importante para mí. No quiero hacer nada que los lastime pero debo decirles que tengo la convicción que Dios me llama a servirle de esta manera. Necesito de ustedes y quisiera que me apoyen aunque no lo entiendan del todo”. Este tema no es sencillo y no existen fórmulas aplicables a todo el mundo. Dios te guiará y te confirmará su voluntad de varias maneras (pone atención a tus líderes). El Señor quiere que seas un medio de bendición para tu familia. Él quiere usarte para bendecir a otras familias pero siempre comienza con el llamado a honrar a tus padres. ¡No lo desoigas!. Convertirte en un cristiano de clase mundial.Jonás es un personaje interesantísimo que aparece en 2 Reyes Cáp. 14:25 profetizando en el reinado de Jeroboam II donde le dice al Rey que debe extender sus fronteras y recuperar el territorio perdido. Lo encontramos en el reinado del norte, el reinado más rico y poderoso de un reino dividido cuya capital en el Norte es Samaria. Se lo describe como un profeta y su nombre Jonás hijo de Amitay, significa que es el hijo de la verdad. Dios le envía a predicarle a los Asirios conocidos por su maldad y crueldad, en este caso debe ir a Nínive. La orden es: “levántate, anda, ve a esa gran ciudad a predicarles” Jonás 1:1-2 ¿Que debía significar para Jonás ser un siervo de alcance mundial? 1- Entender que Dios es Dios de todas las naciones (Salmo 47:8) Nínive no esta excluida de su amor y compasión. Es interesante que Jonás que es el hijo de la verdad, que sabe y tiene la verdad; cuando la verdad de Dios lo confronta lo que hace es huir. Se embarca a Tarsis, un lugar totalmente opuesto a Nínive. Decimos que vamos a ir a todos lados pero en la práctica hay determinados campos que no queremos pisar. Nos negamos ir a Nínive y el resultado es que Nínive sigue andando por los caminos de destrucción. Jonás declara “Soy hebreo y temo al Señor”, siempre y cuando ese Señorío se adapte a mis intereses. Corremos el riesgo de limitar la acción de Dios a la esfera de la Iglesia. Esta actitud lleva a la desobediencia. La tentación de Jonás es la tentación de la Iglesia: ¡No te metas! 2 – Entender que fuimos creados para una Misión. Creados para una Misión significa que debemos ser fieles a su llamado y no huir. Algunos dicen: “La tarea de la iglesia es solo espiritual” pero la misión también tiene que ver con la justicia, con los que no tienen voz, los desnutridos, enfermos y marginados. La Tarsis donde a veces huimos la llamamos él “bien de la iglesia”. Decimos: “¿Que tengo que ver con esa gente tan diferente a nosotros?” ¿Podrá la ciudad de Jope ayudarnos para entender que fuimos creados para una misión?, O ¿será el punto final para materializar nuestra desobediencia? Esta ciudad ocupa un lugar central en dos relatos bíblicos, el de Jonás y el de Pedro (Hechos 10:9-48). Los dos se enfrentan a llamados semejantes. Uno debe ir a Nínive y el otro a Cesarea para visitar a un gentil. Los dos sienten rechazo hacia los “no alcanzados o gentiles” (gentil viene de la raíz de la palabra que se traduce etnia, otras etnias que son diferentes a nosotros). A los dos se los llama a una misión insólita en contra de sus principios culturales y religiosos. Uno acepta el llamado y el otro no. Tenemos que decidir entre la fuga de Jonás o la obediencia de Pedro. Jonás estaba muy agradecido por lo que Dios había hecho en su propia tierra y quiere desentenderse de las naciones. Dios envía a su iglesia a todo el mundo, pero su iglesia muchas veces solo mira lo que ha logrado. Es como Jonás jactándose de las conquistas de Jeroboam y negándose de ir a Nínive. En Jope, Jonás y Pedro están solos con su Dios. Muchas veces los siervos que Dios ha levantado pasan por la misma experiencia. ¿Tendrá la iglesia que dejar solos a quienes se ven obligados a tomar decisiones difíciles? 3 – Entender que la práctica de la teología se debe manifestar en la obediencia. La imagen que tenemos de Jonás es la de un patriota nacionalista. Es desobediente no por capricho o por falta de valor. Su desobediencia tiene que ver con buscar beneficios únicamente para su “institución” o sea su Israel. La obediencia no pasa por estar cerca del templo. Estar cerca del templo no es sinónimo de estar más cerca de Dios. El pueblo de Israel fue religioso pero con un corazón lejos de Dios. Preferimos un Dios limitado a ciertos lugares. Por mucho que nos quedemos en el ámbito de la religiosidad, la iglesia o el templo, Dios no se queda ahí. Es el Dios de San Juan 3:16 . 4 – Entender que Dios nos salva para comprometernos con su Misión. Jonás tuvo una segunda oportunidad. “Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar” (Jonás 3:1-10) Dios no salva a Jonás para Jonás mismo. No lo salva porque es Hebreo, elegido o especial. La razón de salvar a Jonás no es para que continuara su camino a Tarsis o para que regrese a Israel. Dios le salva para que cumpla su misión. Dios salva a su iglesia en el día de hoy no tanto por ella misma sino por su misión al mundo. Nuestra elección tiene que ver con ejercer nuestra responsabilidad. Si nos salvo y preserva es para que seamos instrumentos de salvación a otros (Isaías 49:6). Implica comenzar “procesos intencionales” de llevar todo el evangelio a todas las etnias. Nosotros necesitamos un arrepentimiento como la ciudad de Nínive. Es volver a Dios cuando hemos estado muy lejos de Él. Como oir la voz de Dios. Pablo B. SmithQuiero hablarles sobre cómo podemos oír la voz de Dios. Cuando tenía trece años, estaba en una reunión escuchando a un misionero. Aunque he olvidado casi todo lo que dijo, una cosa me quedó grabada. En su mensaje dijo que cuando era joven, hubo un momento cuando él oyó la voz de Dios llamándolo a ser un misionero en Africa. El respondió y entregó su vida a Dios. En ese momento ya hacía veinticinco años que estaba ministrando la Palabra de Dios en un país del Africa. Yo estaba sentado en un banco, y lo que dijo ese hombre me conmovió profundamente. Pensaba que experiencia maravillosa y emocionante debía ser poder oír la voz de Dios. Ser conciente de que Dios le está hablando a uno. Que le está diciendo lo que debe hacer, cómo, cuándo y dónde hacerlo, y tener la seguridad que lo que uno está haciendo, lo hace en respuesta a un mandato directamente recibido por la voz de Dios. Recuerdo que incliné mi cabeza, y al reflexionar sobre mis trece años, la mayoría vividos en medio de una iglesia evangélica, espiritual, maravillosa, me dije a mi. mismo: “Pablo, tu has oído muchas grandes voces en tu vida. Has oído la voz de tu madre, la voz de tu padre, de tu maestro de la Escuela Dominical. Has oído la voz de tu pastor, de tus vecinos. Pero en estos trece años de vida, Dios nunca te ha hablado directamente a ti”. Saqué la conclusión de que había algo en mi vida que no estaba bien. Pasaron unos dos años y estaba en otra reunión. Esta vez era una campaña evangelìstica. Lo que dijo el evangelista lo he olvidado casi todo, pero sí recuerdo que en su mensaje diò un breve testimonio personal. Primeramente contó como Dios lo había salvado. Después describió una escena en la cual él iba por cierto camino y al pasar por un lugar muy hermoso dijo: “Aquel día oí la voz de Dios llamándome a ser un evangelista, y por treinta y cinco años he estado predicando y sirviendo a Dios en campañas alrededor del mundo”. No presté mucha atención al resto del mensaje, porque otra vez me puse a pensar. ¡Que maravilloso, tremendo, emocionante debe ser recordar el momento, el lugar y las circunstancias en las cuales uno oye la voz de Dios, sabe el camino que debe de tomar y siente que Dios le dice “este es el camino, anda por él”! (Isaías 30. 21). Otra vez incliné mi cabeza y pensaba que para ese tiempo había asistido a muchas otras reuniones, había leído fielmente mi Biblia, había vivido una vida cristiana relativamente buena. Sin embargo. Hasta ese momento, teniendo ya quince años, mientras otras personas a mi lado, misioneros, pastores, evangelistas, maestros, evidentemente habían oído la voz de Dios, yo todavía no había experimentado tal cosa. Nuevamente pensaba que algo en mi vida podría estar equivocado. Desde aquellos días he aprendido algunos hechos acerca de la manera como Dios habla a la gente, hechos que no conocía cuando tenía quince años, y desearía describir cinco maneras por las cuales Dios nos habla. Es posible que esté leyendo estas palabras una persona joven, o alguien que está en la media edad, o aún quienes son mayores, y todavía se están preguntando: “¿Qué es lo que Dios quiere que yo haga? ¿Adonde desea que vaya?” Alguno que esté leyendo este mensaje puede estar pensando: lo que estoy leyendo ¿podrá aclararme este asunto tan importante? ¿Podré saber realmente cómo se puede oír la voz de Dios, y tener este tema solucionado para siempre? Confío que con la bendición de Dios así será. Dios puede hablarnos. . . TAL VEZ, DE UNA FORMA AUDIBLE Si usted va a oír la voz de Dios ¿cómo la escuchará? Es posible que algunos cristianos más conservadores pongan objeciones a mi primer punto, pero lo que voy a mencionar ha sucedido tal como lo relata la Biblia. Creo que debo predicar todo lo que está en la Biblia, ya sea que la gente ponga objeciones o no. No hay manera de leer la Palabra de Dios, sin llegar a la conclusión de que la voz de Dios puede ser oída audiblemente. Una y otra vez la Biblia dice que Dios habló a un hombre, a una mujer, a un grupo de personas. Adán y Eva oyeron la voz de Dios. Recordarán que esto sucedió tal como lo relata el libro de Génesis. Ellos iban caminando, disfrutando de un día fresco y la Biblia dice que ellos oyeron la voz de Dios. No dice que leyeron un libro. Ni que tuvieron una visión. No dice tampoco que tuvieron un sueño. Ni que tuvieron una fuerte impresión. Ni que alguna otra persona les trajo un mensaje. En la escena no se introduce a un ángel. Simplemente dice que oyeron la voz de Dios. La Biblia no lo explica, sencillamente lo afirma. Elías también oyó la voz de Dios. Leemos en la Biblia que él estaba justo en el pináculo de su éxito como profeta y predicador. Había pasado por una dramática experiencia en el Monte Carmelo, en la cual le pidió a Dios que enviara fuego del cielo para consumir el sacrificio, y Dios le contestó. La tierra había sufrido tres años de sequía, y ahora él había orado siete veces en el monte pidiendo lluvia, y ésta había descendido como un diluvio. Podemos hablar de su éxito, de su victoria. Elías estaba en el tope de su ministerio. Entonces, repentinamente, llegó a ser el hombre más desalentado de la tierra. Vale la pena hacer notar que muy a menudo los más grandes periodos de desaliento y decaimiento nos vienen después de bendecidas experiencias espirituales y de nuestros éxitos más grandes. Muy a menudo cuando un negociante ha concretado el mejor contrato de su carrera, al próximo día experimenta un bajón emocional. ¿Alguna vez ha cometido la equivocación de telefonear a su pastor el lunes por la mañana? ¡No lo haga nunca! Un predicador tal vez experimente una gran bendición en la casa de Dios el día Domingo. Supongo que no hay nada comparable al gozo de abrir la Palabra de Dios y exponerla con todas sus promesas y sus mandamientos, y la inspiración que ella trasmite ante una congregación expectante. Y entonces, ver como hombres y mujeres responden a la invitación de recibir a Jesucristo como Salvador. No hay nada más emocionante que esto. Posiblemente la mayor dificultad es vivir el día lunes, cuando todo lo vivido el domingo ha pasado y quedado atrás. Este fue el problema de Elías. El había logrado todo lo que un profeta quiere alcanzar, y entonces llegó a estar tan desalentado y espantado, que huyó, y encontró una cueva en la cual esconderse. Allí se sentó y se sintió muy apesadumbrado. El pensaba:”Aquì estoy yo, el gran profeta de Dios, y soy el único que ha quedado que todavía cree en Dios. Pobre de mí”.De vez en cuando encuentro a un siervo de Dios que piensa que él es la única persona en el pueblo que todavía cree en Dios. Quisiera bendecir el corazón de ese siervo diciéndole que él nunca será el único, ni tampoco quedará solo. Dios nunca deja sola a una persona. Si alguien necesitaba oír inmediatamente la voz de Dios, ese hombre era Elías. El deseaba saber cual era el próximo paso que tenía que dar. Tuvo varias experiencias con un viento fuerte, con un terremoto, y con un arbusto que ardía, en las cuales él esperaba escuchar la voz de Dios, pero Dios no le hablè a través de esos incidentes. Entonces la Biblia dice que después de esto, se oyó un sonido suave y delicado (1 Reyes 19.9-13) y Elías oyó la voz de Dios audiblemente. Es posible recorrer toda la Biblia hasta llegar al libro de Apocalipsis y allí encontrar que Juan, estando en la isla de Patmos oyó la voz de Dios que se parecía al sonido de una trompeta. Sobre la base de la Palabra de Dios, no se puede evitar la conclusión de que la voz de Dios puede ser oída audiblemente. Algunos interpretan la última parte del capítulo 13 de Primera Corintios en tal forma que descartan la posibilidad que algunas personas en los tiempos actuales puedan escuchar la voz de Dios. Ellos sienten que toda la revelación terminó, cuando terminó la vida de los apóstoles. Francamente sobre la base de la evidencia histórica, me siento inclinado a estar de acuerdo con ellos. Pero no puedo probarlo por medio de las Escrituras. Ciertamente ninguna cuidadosa exposición de esos versículos de Corintios nos guiaría a creer que Dios nunca va a hablar audiblemente a su pueblo, después que la Biblia haya sido completada. Si yo preguntara en una congregación, cuántos han oído la voz de Dios, sé que muchos me dirían: “Señor Smith, yo entiendo exactamente lo que usted está diciendo. Recuerdo una vez, en un lugar, y en una situación específica cuando yo realmente puedo decir que Dios me habló”. Por otro lado, también estoy convencido, que si en la misma congregación pidiera que levanten la mano aquellos que pueden decir conmigo “Hasta donde yo puedo recordar, en mi experiencia, yo nunca he oído la voz de Dios audiblemente”, muchas personas también levantarían sus manos. Personalmente, tengo que decir, que Dios a mí nunca me ha dicho ni una palabra audiblemente. Antes de concluir con el tema, quiero sugerirles que si hubo un momento en su vida, cuando usted oyó la voz de Dios audiblemente, esto no le da derecho a pensar o decir, que algo está mal en mi vida porque yo no he oído la voz audiblemente como usted. También, por cuanto yo he vivido casi sesenta años, y nunca he oído la voz de Dios audiblemente ninguna vez, esto no me da derecho a decirle a usted: “Usted tampoco la ha oído” Dejemos esto simplemente donde la Biblia lo deja. Por ella hemos visto que la voz de Dios puede ser oída audiblemente. FRECUENTEMENTE – A TRAVES DE SEÑALES Sí, la voz de Dios también puede ser oída a través de señales. El ejemplo sobresaliente de esta forma en el Antiguo Testamento es la historia de Gedeòn. El tenía la impresión que debía llegar a ser el líder de su pueblo. Que en alguna manera Dios lo estaba llamando a servirle. Pero pensaba que sería una gran equivocación si él asumía el liderazgo, y esto no era el deseo de Dios. Sentía que si podía asegurarse que esto era realmente la voz de Dios hablándole a él, entonces podría ir adelante confiadamente. Recordarán que Gedeòn dijo: “Voy a hacer una prueba. Voy a poner este pedazo de lana sobre el campo esta noche. Si por la mañana la lana está mojada con el rocío, pero el terreno alrededor está bien seco, entenderé que Dios desea que sea un líder para su pueblo”. Así Gedeòn lo hizo. A la mañana abrió la puerta, caminó al campo y a cada paso que daba se levantaba una pequeña polvareda. Esperaba ver el terreno seco, y así fue, estaba tan seco como las arenas del desierto. Llegó adonde estaba el pedazo de lana, y este estaba empapado en rocío. Gedeòn volvió a su casa con el trozo de lana mojada y dijo: “Sucedió tal como lo había pedido. Dios realmente . . . Oh, pero espere un minuto, puede ser que esto haya sido solo una coincidencia. Voy a probar haciéndolo al revés. Esta vez voy a poner la lana en el terreno, y si en la mañana el terreno está húmedo y la lana está seca, entonces conoceré con seguridad que esta es la voz de Dios, y seré el líder de mi pueblo”. Y Gedeòn lo hizo así. La próxima mañana cuando él abrió la puerta y salió afuera, tuvo que volver a ponerse las botas de goma. Había tanto rocío en el campo que él iba chapoteando con sus botas sobre el rocío hacia donde estaba el trozo de lana. Cuando llegó al lugar y lo levanto estaba enteramente seco. Supóngase que usted hubiera entrevistado a Gedeòn cuando él ya era viejo y le hubiera preguntado: “Gedeòn, ¿cómo hizo usted para conocer, lo que suponía, que Dios quería que fuera, un líder de su pueblo? ¿Cómo oyó usted la voz de Dios?” ¿Sabe lo que él probablemente le diría? “Hace muchos años, cuando yo era joven, un día oí la voz de Dios llamándome a ser líder de su pueblo. Y respondí que sí, y Dios ha estado conmigo”. Pero en realidad, en aquella ocasión, Gedeòn no oyó una voz audible. El oyó la voz de Dios a través de una señal. ALGUNAS VECES – A TRAVES DE OTRAS PERSONAS Algunas veces la voz de Dios es oída a través de otras personas. Una historia clásica en la Biblia tiene que ver con David. El llegó a ser el segundo rey de Israel. ¿Recuerda como se enteró David que iba a ser rey? Dios habló a un hombre, un profeta, un juez de nombre Samuel y le dijo: “Samuel, hay un joven a quien yo deseo que unjas para que sea el próximo rey de mi pueblo. El vive en la casa de Isaì”. Recordarán la emocionante historia de cómo Samuel fue a la casa de Isaì, miró a todos los hijos, y finalmente cuando David se acercó, Samuel lo ungió para que fuera rey. David fue el rey más grande que tuvo el pueblo judío. Si le hubiera preguntado a David cuando él ya era anciano, después que las batallas y las rebeliones habían pasado, después que la nación había sido establecida, y él había asegurado el reino por medio de su hijo Salomón ¿cómo supo usted que iba a ser el próximo rey? Pienso que el anciano rey David habría sonreído y habría dicho: “Cuando yo era muchacho, cuidando las ovejas de mi padre, un día oí la voz de Dios llamándome a ser rey. Respondí que sí, y él ha estado conmigo siempre”. Pero los hechos de la historia muestran, que en aquella ocasión, David no oyó ninguna voz ni sonido. Dios le habló a un profeta, y el profeta le habló a David. Hace más de sesenta años, en un pequeño pueblo lejos de la ciudad de Toronto, la hija de un granjero organizó una clase de Escuela Dominical en una pequeña casa-escuela en un lugar llamado la Esquina de Cody. Los hijos de los campesinos y de otros obreros, acostumbraban a reunirse allí el domingo por la tarde. Esta era la única iglesia que ellos tenían. Era una iglesia Presbiteriana, que era atendida por cualquier predicador que pasara por allí. Un domingo a la tarde ella estaba sentada y rodeada por diez u once muchachos, y antes de enseñar la lección se sintió guiada por el Espíritu a decir: “¿Saben una cosa? cualquiera de ustedes muchachos podría llegar a ser un predicador”. A su izquierda estaba un muchacho delgado, anémico, pobremente vestido, que parecía que no iba a vivir muchos años. El escuchó lo que dijo la maestra y sin decir una palabra, él respondió en su corazón: “Con la ayuda de Dios, yo voy a ser ese muchacho”. Dios tomó a aquel muchacho y lo envió alrededor del mundo muchas veces predicando el evangelio. Dios hizo que aquel muchacho de campo escribiera treinta y cinco libros, con una circulación de más de siete millones de copias, traducidos a ciento veintiocho diferentes idiomas. Dios capacitó a aquel muchacho de campo para que escribiera mil doscientos himnos evangélicos. Dios hizo que aquel muchacho estableciera una iglesia, que cada domingo tenía un auditorio de dos mil personas, tanto a la mañana como a la noche por más de treinta años, y guió a esa iglesia en un programa en el cual dieron millones de dólares para la obra misionera. Aquel muchacho fue mi padre. Hoy él ya está con el Señor, pero si hubiéramos podido preguntarle acerca de los primeros años de su vida, él sin duda nos hubiera dicho algo como esto: “Cuando yo tenía catorce años, un día yo oí la voz de Dios llamándome a ser un predicador de el evangelio. Yo le dije sí a Dios, y casi no puedo creer lo que Dios ha hecho a lo largo de estos años”. En realidad mi padre nunca oyó ninguna voz. Dios le habló a él a través de la consagrada maestra de la Escuela Dominical llamada Gracia Featherstone. Ella hace tiempo que falleció y ha sido olvidada. Algunas veces la voz de Dios es oída a través de otras personas. POR REGLA GENERAL – A TRAVES DE LAS CIRCUNSTANCIAS Fíjese en Hechos 21. 27. Este texto, en si mismo no dice mucho que pueda ser interesante, pero si conoce el libro de Los Hechos, habrá notado que en la vida del apóstol Pablo, este es un punto decisivo de la forma como Dios lo guió. Hasta ese momento Dios había guiado a Pablo de muchas diferentes formas: a través de personas, visiones, sueños, etc. Pero desde este punto en adelante, como se puede ver en los restantes capítulos de los Hechos, cada movimiento que Pablo efectuó fue el resultado de las circunstancias en las cuales Dios lo colocó. Pablo fue hecho prisionero en Jerusalén, y hasta donde nosotros sabemos nunca más en su vida fue puesto en libertad. Fue llevado de Jerusalén a un barco. El no decidió ir en ese barco. Como prisionero del gobierno romano, el gobierno decidió adonde debía ir. Dios lo usò en el barco. Hubo un naufragio. Pablo fue arrojado en una pequeña isla. Pablo no pidió ir a esa isla. Nunca vio una señal que lo dirigiera a ese lugar. Dios envió una tormenta que lo arrojó a la costa. Las circunstancias lo pusieron a él allí, él no podía evitarlo. Pablo fue llevado de esa isla a otro barco, y finalmente a Roma. Cada vez que él se trasladó, hasta el fin de su vida, el gobierno decidía adonde iba. Dios cuidaba que el gobierno y las circunstancias pusieran a Pablo exactamente donde él quería que estuviera. Usted comprobará que si vive en buena relación con Dios, si continuamente está en contacto con su Palabra y en íntima comunión con él, en la mayoría de los casos Dios le guiará como guió a Pablo durante los últimos capítulos relatados en Los Hechos, es decir, a través de las circunstancias que él permite y en las cuales él le coloca. En su vida como cristiano, es muy importante aprender el secreto que encierran las puertas abiertas y las puertas cerradas. Si usted cultiva una vida de comunión con Dios, él abrirá las puertas por las cuales él desea que usted pase, y cerrara las puertas por las cuales no desea que usted avance. Tal vez alguno me dirá: “Señor Smith, a veces hay dos, tres o cinco puertas abiertas. Por ejemplo, justo ahora yo podría ir al Africa, al Japón o a Sud América. Tengo tres posibilidades. Hay tres diferentes escuelas a las cuales podría asistir. Me ofrecen cinco distintas tareas que podría realizar. ¿Cómo puedo saber cual de las puertas abiertas es la correcta?” Al contestarle es posible que diga algo que perturbe sus ideas acerca de la dirección divina. Cuanto más vivo más convencido estoy que la voluntad de Dios tiene mucho más que ver con nuestra condición espiritual que con un lugar geográfico. Creo que si estamos en el lugar correcto, y en buena comunión espiritual con Dios, podemos tomar cualquiera de las cinco puertas y todo irá bien. Si estamos bien espiritualmente, podemos ir a través de cualquier puerta que Dios abre, y veremos que él nos usará para su gloria. Puede ser que me diga: “Pero ¿Qué pasa si cometo una equivocación?” Repito, si usted se encuentra bien espiritualmente, Dios le mostrará otra dirección antes que usted haga una seria equivocación. No es tan importante que usted sepa si es Africa o Japón; pero si es importante que usted esté en una buena relación con Dios. La pregunta fundamental no es tanto adonde debería ir, sino más bien que clase de persona es usted. Enfatice el QUE, no el DONDE; piense más en estar en una condición espiritual adecuada, y no tanto el lugar geográfico. SIEMPRE – A TRAVES DE LA BIBLIA Ahora supongamos que alguien me diga: “Sr.Smith, todo lo que nos ha dicho es muy interesante, pero yo nunca he oído la voz de Dios audiblemente; tampoco la he oído a través de señales, o por medio de otras personas, y si fuera a tomar su consejo y comenzar a pasar por las puertas abiertas, siento mucho temor, tengo una terrible confusión, ¿cómo entonces puedo oír la voz de Dios?” Puedo sugerirle que, si lo desea, puede olvidarse de estos cuatro puntos que hemos considerado, pero nunca se olvide de este último, que voy a señalar ahora. Siempre la voz de Dios puede ser oída a través de su Palabra. Esta es ahora, la autorizada e infalible voz de Dios, para usted, para mi y para todos. A veces estoy un poco cansado de la gente que está siempre buscando señales, profecías, visiones, sueños y todo el resto de cosas dramáticas, cuando en sus manos tienen la Palabra de Dios. Usted dice: “Yo no sé lo que Dios desea que yo haga”. Eso no es verdad. La Biblia dice clara y enfáticamente lo que usted y todos los cristianos debemos hacer. Aunque no lo conozco a usted personalmente, sé lo que Dios le está diciendo por su Palabra. Entre las muchas cosas que le dice, permítame señalarle solo una. Dios le está diciendo en Hechos 1. 8. “Cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo ultimo de la tierra”. Exactamente y tan seguramente como si el Dios Todopoderoso estuviera aquí de pie hablando con usted por medio de su Hijo, le dice a cada hombre, y a cada mujer, a cada joven y a cada señorita que lee esta página: “Yo deseo que tú seas testigo de Mí, en el lugar donde estás y alrededor del mundo”. Algunos estamos esperando tener alguna visión fantástica, algún sueño espectacular, alguna fuerte impresión o escuchar algún vibrante sermón, en vez de obedecer el claro llamado de Dios a ser testigos de él. Esta es la voz de Dios, y a menos que muchos de nosotros la oigamos, respondamos y hagamos lo que él nos pide, le estaremos fallando a nuestra generación dejando de cumplir el propósito divino de llevar el evangelio hasta los últimos confines de la tierra. Dios nos puede hablar audiblemente, también puede hacerlo usando señales, por medio de personas y aún por las circunstancias, pero SIEMPRE seguramente, lo hará a través de su Palabra. Tu respuesta al llamado. Brad WalzNo hay duda de que es Dios y sólo Dios quien ha llamado y seguirá llamando a tantos, muchas veces jóvenes, pues tiene un plan para la futura cosecha. El llamado es divino; Jesús mismo nos dijo en Lucas 10:2 que oremos para que Dios envíe obreros. Por tanto, podemos concluir que el llamado divino es una respuesta a esta oración; Él llama personas a la obra misionera (y a la obra en general). Sin embargo, a pesar de que el llamado es divino, requiere de nosotros una respuesta adecuada, o el llamado podrá llegar a ser frustrado. Vamos a introducirnos a este tema tan trascendente, observando primero los errores más comunes, y luego, cómo enfrentarlos correctamente. A. Los errores más comunes en cuanto al llamado misionero: 1. Confundir carga y llamado. Muchas hermanos confunden cargo con llamado. 2. Equivocarse en cuanto al tiempo y forma. Muchas veces, en su entusiasmo, se equivocan… no en el llamado, sino en el tiempo de Dios y la forma de Dios para cumplirlo. 3. Tener expectativas no realistas Muchas veces por su entusiasmo por el llamado, el futuro misionero tiene expectativas no realistas, un “romanticismo”, seguido de desilusión, al enfrentarse con la realidad. 4. Confiarse en el solo hecho de tener el llamado, sin preocuparse por una correcta preparación. Muchas veces se espiritualiza tanto el llamado, que se llega a relegar la importancia de una buena preparación; pero, por lo contrario, por causa del llamado, debemos seguir pasos claros en pro de prepararnos. 5. Inferir que nuestro llamado garantiza la provisión divina. Podemos actuar ignorantes de que la realidad de que la iglesia debe comprender su llamado para enviarnos; es tarea del llamado contagiar la pasión por las misiones a los demás a través de un compromiso concreto de apoyar la obra misionera a través del sostén espiritual y económico. B. Respuestas a los errores en cuanto al llamado 1. Los requisitos básicos para un candidato a misionero (respuesta a: “Confundir carga y llamado”). Como mencionamos en el punto uno, muchas veces se confunde un llamado con una carga. Dios quiere que todos tengan la carga. Pero tener carga no implica un llamado. No debemos sentirnos presionados por la carga a ir. Debemos percibir si es carga o llamado. En parte podemos hacerlo sabiendo que Dios no llama sin equipar. Si Dios nos ha llamado, también nos va a dar las habilidades para responder. Dennis Lane, en su libro “Preparando los nuevos instrumentos de Dios”, habla de 10 requisitos básicos para candidatos para misiones. Son los siguientes: 1.1. Un sentido de vocación y camino con Dios (llamado) Más que una carga, es un llamado. Un llamado es una convicción personal de que Dios tiene un propósito con uno para el trabajo como misionero. La manera en que surge esta convicción varia de persona a persona. En algunos casos es algo que surge de repente, y en otros, lentamente, poco a poco. Como sea, es necesario tener una convicción fuerte, pues todo llamado experimentará momentos en que será necesario decir: “Sé que sé que sé que Dios me envió aquí”. De no ser así, se puede generar amargura contra la iglesia o misión por habernos enviado. Asimismo esta convicción fuerte tiene que ser confirmada por los demás. Dios nunca le dice algo a una sola persona. Siempre lo dice a varias. Además Dios, normalmente, no nos va a llamar a algo si no nos ha dado la habilidad para responder a la situación. 1.2. Madurez Espiritual. Esto implica caminar con Dios produciendo el fruto del Espíritu. Un día uno le dijo a un misionero: Ustedes vienen acá pensando que son muy espirituales, y cuando se den cuenta que no lo son, pretenden 1.3. Un corazón de siervo. Jesús cumplió el papel de siervo. Muchas veces también el nuevo misionero debe ganar la confianza de la iglesia nacional sirviendo, sin ser un líder, solamente trabajando. El orgullo es opuesto al corazón 1.4. Disciplina y control de uno mismo. En el campo misionero muchas veces no va a haber un “jefe” para supervisar la actividad cada día, o cada hora. En un contexto donde el desgaste se produce ya por el solo hecho de vivir allí, tenemos que tener disciplina para manejar nuestro tiempo, administrar y lograr metas. 1.5. Carga para evangelizar. No sirve de nada tener una amplia variedad de ministerios si no se involucran o complementan con el evangelismo. Tal vez no todos tengamos un ministerio de evangelistas, pero sí todos tenemos debemos tener carga por las almas. 1.6. Algo para compartir con otros. La iglesia receptora, especialmente en lugares donde ya está establecida, y aun tal vez sea sólida, va a querer saber en qué puede contribuir el misionero. Tal vez sea algo que le hace falta a esa iglesia, o bien aquello en lo que el misionero puede marcar una diferencia, o hacer un aporte. 1.7. Experiencia en vida y ministerio. La experiencia, tanto en la vida secular como en el ministerio, nos capacita para enfrentar los problemas de la iglesia. No podemos ir al lugar con meras ideas. Tenemos que aprender a enfrentar problemas y situaciones en nuestra cultura para poder enfrentar las adversidades en otra cultura. 1.8. Estabilidad emocional. Uno de las cosas más importantes en la vida del misionero es la estabilidad emocional. Debe ser capaz de enfrentar con madurez las relaciones y situaciones. Debe ser seguro en su propia identidad cultural, para anexarse otra identidad. Debe tener esta estabilidad para enfrentar numerosos y drásticos cambios, y ayudar también a su familia a superarlos. Asimismo debe estar sano, libre de actitudes nocivas 1.9. Salud física. El acostumbrarse a nuevas culturas y realidades requiere buena salud. Nuevas comidas, horarios, viajes en avión, estrés y tensión, etc., pueden afectarnos gravemente si no estamos en una condición física saludable, que incluya una dieta sana y cuidados del cuerpo. 1.10. Motivación para aprender el idioma. Si alguien no puede aprender bien el idioma, su capacidad para cumplir su llamado se verá disminuida. Debemos estar, por un lado, motivados, y por otro, saber si tenemos la aptitud para hacerlo. 8 preguntas para responderte con honestidad como candidato a misionero. a. ¿Has hecho algo significativo? Si no demuestras la capacidad de iniciar algo (motivación) y asimismo llevarlo a cabo, probablemente tu tendencia será la de no terminar aquello que emprendas, y aun de abandonar tu carrera misionera. La perseverancia es una cualidad muy importante y se manifiesta en los logros personales y ministeriales. b. ¿Has emprendido algo nuevo? Si no tienes iniciativa para enfrentar algo nuevo, ¿cómo vas a acostumbrarte a una nueva cultura y cómo serás también capaz de fundar una iglesia en una cultura que te es ajena? No vas a adquirir esta habilidad de repente por el solo hecho de llegar al campo. c. ¿Podes trabajar en equipo y/ o llevarte bien con los demás? ¿Sos de llevarte bien con los demás, o sos más bien un “llanero solitario”? d. ¿Podes trabajar con personas diferentes a vos? No podemos evitar contacto y trabajo con personas que no piensan igual que nosotros. Sin embargo, ¿sabes convivir y trabajar con esas diferencias? e. ¿Sabes escuchar? Necesitas saber escuchar, no solamente hablar; asimismo debes mostrar paciencia, y criterio de tiempos; no se trata de llegar y predicar, sino también de dedicar tiempo al aprendizaje de la otra cultura. f. ¿Sos buscado por la gente? ¿Sos una persona respetada por los demás? Si la gente te busca, significa que tenes algo para dar. g. ¿Podes comunicarte con claridad? Debes poder expresar tus pensamientos e ideas de manera comprensible. h. ¿Sabes liderar tu propia vida y familia? Si no sabes guiar tu vida y familia, podrás ser líder de los demás? “Como gotas de agua se juntan para hacerse un río, también los misioneros como individuos se juntan para formar una agencia misionera y una misión. Cuanto más puro sea el agua, más puro será el río. Cuanto más espiritual y equilibrado sea cada misionero, más espiritual y equilibrada será la misión y la agencia misionera. Por tanto, no podemos omitir requisitos que preserven la vida y visión de la agencia misionera.” 2. Los tiempos y la forma de Dios. (Respuesta a “Equivocarse en cuanto al tiempo y forma”) He visto muchas veces, en mis años de experiencia, a personas equivocarse, no en cuanto a un llamado, sino en el tiempo y la forma para cumplirlo. Veamos las siguientes reflexiones desde la Palabra: Abraham: Uno de los más notables; no hay duda que Dios le dio un llamado divino. Y Abraham, con mucha paciencia, espero 24 de 25 años sin tratar de forzar lo que Dios quiso hacer. Pero poco antes de cumplir el tiempo de espera dado por Dios, se impacientó, y en parte provocado por la impaciencia de su esposa, se adelantó por un año a lo que Dios quería hacer. Esperó 24 años…pero no esperó 25. Y asimismo se equivocó en la forma. No cumplió el llamado en la forma que Dios tenía para él. Esto dio por resultado muchas heridas, emociones alteradas, relaciones afectadas, y, hasta los días de hoy, conflictos entre musulmanes y judíos. Todo por no esperar el tiempo y la forma de Dios. Moisés: Moisés discernió un propósito de Dios para con su vida. Seguramente su mamá supo infundirle esta convicción. Pero se equivocó en la forma y el tiempo… y asesinó a una persona. Despues, por 40 años, convivió a tal punto con la memoria de su fracaso, que cuando SÍ fue el tiempo de Dios, y supo la forma… intentó resistirse y rechazarlo (Así muchas veces nuestros errores nos llevan luego a resistir el llamado y tiempo verdadero de Dios). Pero así como hay ejemplos de personas que no esperaron el tiempo y la forma de Dios, también contamos con ejemplos de aquellos que sí supieron esperar. José tuvo un sueño, pero esperó la forma y el tiempo de Dios, y Dios lo condujo a ser uno de los hombres más poderosos del mundo. Nehemías, sintió una genuina carga, pero aguardó por el momento y la manera de Dios para llevarlo a cabo. David fue llamado y ungido para ser Rey, pero no trató de forzar su destino: esperó el tiempo y la estrategia de Dios para llevarlo a cabo. Uno de los errores más comunes, concluyendo, no es confundir un llamado, sino no saber discernir el tiempo y forma de Dios para cumplirlo. 3. Tener expectativas realistas (Respuesta a “Tener expectativas no realistas”) El llamado divino puede ser contaminado y correr serio peligro si está mezclado con el “romanticismo”. El sentimentalismo quita la realidad del llamado. Es decir, tener llamado no significa que uno no va a sufrir pruebas, dificultades, o luchas, en llevarlo a cabo. Madurez en el llamado significa tener expectativas realistas, y no espiritualizar el llamado. A continuación, enumeramos algunas luchas que enfrenta un misionero: 3.1. Extrañar a la familia: La familia argentina es muy apegada, y uno no puede comprender lo duro que es criar chicos lejos de sus abuelos, no estar con la familia en fechas especiales, etc. 3.2. Choque cultural: Hemos visto que los argentinos sufren el choque cultural igual que los demás. 3.3. Barreras del idioma: Tenemos unos cuantos hermanos que están aprendiendo idiomas; algunos lo hacen con mucho éxito, pero a otros les cuesta un montón. Muchos misioneros no prestaron atención en la escuela siendo jóvenes, y después, cuando se ven ante el desafío de aprender la gramática de otro idioma, ni siquiera entienden la gramática del idioma propio; hemos visto que les cuesta mucho a la mayoría de los misioneros. Son pocos a los que les resulta relativamente fácil. 3.4. Dificultad en mantener una identidad oculta: Hemos visto en países con restricciones para la evangelización la gran presión que siente el misionero al no poder revelar su propósito e identidad en ese país, para no ser echado. 3.5. Problemas con la visa y prejuicios: En algunos países es una ventaja ser latino; pero en otros, es un problema, pues hay prejuicios contra los latinoamericanos, y resulta muy difícil conseguir visa, y otras tramitaciones. 3.6. Problemas con el sostén: Dado a la inmadurez de la iglesia, muchas veces no se cumple con el misionero, y el misionero se encuentra con luchas grandes en su economía. En estos días he recibido tres cartas por problemas de esta índole, en tres días. 3.7. Crisis de guerra, salud, etc.: A veces surgen crisis de guerra civil, o salud, o ataques del enemigo. Hubo tiempos en el pasado cuando mi esposa ni quería levantar el teléfono, por miedo de recibir más noticias de crisis de nuestros misioneros en lugares lejanos. 4. Pasos de preparación (Respuesta a “Confiarse en el solo hecho de tener el llamado, sin preocuparse por una correcta preparación”) 4.1.Hablar sobre el llamado con el pastor. Es importante que el pastor conozca el llamado, como así también pedirle ideas para prepararse, para de estar manera tener el favor de él y de la iglesia. Es decir, que sea un proceso, y no algo repentino. 4.2. Prepararse teológicamente. El candidato a misionero debe prepararse a través de un instituto bíblico, no solamente para su capacitación, sino por la imagen que dará en otro país. Hay diferentes realidades en el mundo, y en otros países no van a respetar o recibir en la misma forma a un joven sin preparación que a uno con ella. Con todas las formas de preparación bíblica que hoy día existen, y que ofrecen sistemas flexibles de estudio, no hay excusa para no prepararse. 4.3. Formar o ser parte de: 4.3.1. Departamento de misiones local: El candidato a misionero debe ser parte del departamento de misiones local, y de no tenerlo, es responsabilidad del mismo constituir uno, pues dicho departamento representará su plataforma de salida. 4.3.2. Las reuniones distritales: El candidato debe relacionarse activamente con otros departamentos de misiones, para aprender de ellos, intercambiar ideas, y construir relaciones que después puedan ayudar en la búsqueda del apoyo propio. Difícilmente recibirá respaldo quien presente su candidatura sin haber sido conocido en las reuniones distritales y participado de las actividades misioneras de su zona. 4.4. Relacionarse con las autoridades o agencias misioneras. No se debe esperar hasta que llegue el tiempo de salir para relacionarse con el departamento nacional de misiones, o aun una agencia misionera, en el caso que la denominación de uno no cuente con un departamento nacional. Lo correcto es presentarse ahora, para que ellos indiquen los pasos que hay que seguir para ser considerado como un futuro misionero. De esta manera, ellos verán que uno es una persona seria, que planifica su futuro, y no simplemente reacciona. Cuando alguien viene a nuestra oficina y dice: “Dios me dio un llamado hace cinco años, y aquí estoy” nos preguntamos por qué no nos habremos conocido antes. Entonces, no se debe esperar hasta el último instante para presentarse a las autoridades. 4.5. Estudiar un idioma, preferentemente inglés. El inglés abre puertas en todos lados. Obviamente, es difícil para muchos llegar a tener un conocimiento íntegro estudiando aquí, pero, por lo menos, se puede forjar una base para luego estudiar tiempo completo en el país del llamado. 4.6. Estudiar sobre el país y la cultura. Nunca será suficiente lo que podamos estudiar sobre la cultura a la cual queremos alcanzar con el Evangelio. 4.7. Dar con fidelidad. No hay cosecha si no hay siembra. Hay que dar con generosidad y sacrificio. 4.8. Buscar en oración el CUÁNDO. Aunque se puede estar seguro de que Dios llamó, muchos se confunden sobre el tiempo indicado por Dios. Hay que pedir a Dios sabiduría respecto de esto. 4.9. Hablar con otros misioneros veteranos para aprender de su experiencia. Como comenté anteriormente, hablar con alguien que ya experimentó la vida en otra cultura permite tener una perspectiva realista de la obra misionera, y evitar errores que se cometerían por ignorancia. 4.10. Tener experiencia en la iglesia, o pastorear una iglesia. No se puede hacer en otro país lo que no se ha hecho en el propio. La experiencia prepara, y otorga credibilidad. El llamado es el comienzo de la obra misionera. Es Dios quien llama. Dios es la fuente de la obra misionera. Sin embargo, la Iglesia puede prepararse para que Dios llame a futuros obreros para la cosecha. 5. Sembrar correctamente (Respuesta a “Inferir que nuestro llamado garantiza la provisión divina”). Si bien ya lo mencionamos brevemente en la parte anterior, vale la pena enfocar nuevamente la importancia de levantar misiones en la iglesia. Miremos algunos principios. 5.1. Principios del sostén económico misionero. a. Si no sembramos no cosechamos. b. Dios quiere usar a la iglesia para ser canal de provisión para la obra misionera, y, recíprocamente, a la obra misionera para ser canal de bendición para la iglesia. c. Si no podemos motivar a personas en nuestra cultura para un cambio de mentalidad, ¿cómo podríamos inducir cambios en una cultura indiferente o inclusive hostil al Evangelio? d. Si no podemos motivar a nuestra propia iglesia para responder apoyando a la obra misionera, ¿qué autoridad tendremos para pedir apoyo de los demás? e. Dios normalmente no nos provee en forma sobrenatural (como Elías y los cuervos), sino que prefiere usar como canales a la iglesia o personas (como la viuda con Elías) de manera que la bendición involucre a todos. De la manera sobrenatural, los cuervos no fueron bendecidos. f. Toda la iglesia tiene llamado para enviar. No podemos cumplir el llamado para ir sino el llamado para enviar. g. Aunque animemos a la iglesia para apoyarnos, finalmente nuestra confianza tiene que estar arraigada en Dios, y no en las personas. Las personas nos pueden fallar, pero Dios nunca nos va a fallar. 5.2. Pasos para el sostén económico. a. Primero, el misionero debe sembrar con ofrendas personales. ¿Cómo puede ser que personas con llamados no dan nada de su dinero para la obra misionera? Están desubicados o confundidos. b. El futuro misionero no debe esperar para sembrar. El tiempo pasa rápido y no podemos perder tiempo. c. El futuro misionero debe ganar la confianza de su pastor (si no es pastor) para levantar misiones en la iglesia. Y si es pastor, más responsabilidad recae sobre su cabeza para hacerlo bien. d. El futuro misionero debe levantar la visión misionera en la iglesia, con fruto tangible y respuestas prácticas, no sólo en mera teoría. e. El futuro misionero debe trabajar así no solamente como un deber o por interés personal, sino con pasión. El egoísmo misionero existe y es tan perjudicial como el egoísmo general (“Solamente me interesa mi proyecto”). f. El futuro misionero no debe trabajar solo: debe formar un equipo, pues en un futuro le tocará salir, y todo aquello que logró con tiempo y esfuerzo se derrumbará un equipo capaz de continuar la tarea. g. El futuro misionero debe tener fruto en este trabajo antes de saber que es el tiempo de Dios para su llamado a ir. Si no hay fruto en el llamado para enviar, es una señal de Dios para esperar. EN CONCLUSIÓN: ¿Cómo respondemos al llamado? a. No pierdas un día más. Es lamentable ver los casos de personas que pierden años sin hacer nada práctico para preparar el camino para el llamado. No pierdas un día más. Ya no podrás recuperar el tiempo perdido. Pero no pierdas más tiempo para no lamentarlo en un futuro. b. Muchas veces espiritualizamos el llamado y no hacemos cosas prácticas hoy para prepararnos. Si Dios le ha dado un llamado, y no solamente una carga, no pierda un día más para dar los pasos de su preparación y levantar la visión misionera en su iglesia. Puede ser que falte aún para el tiempo de cumplir el llamado, pero sí tiene la responsabilidad de comenzar hoy y no esperar para mañana. c. Si no es fiel hoy, Dios no va a darle más mañana. d. Lo espiritual y lo práctico siempre deben ir de la mano en un equilibrio divino. No podemos lograr cambiar las personas solamente con métodos, ideas, y estructura; tiene que intervenir el Espíritu Santo. Tampoco podemos remitirnos a estar solamente orando y espiritualizando cada asunto. e. Si a través de todo esto descubre que lo que Ud. tiene es carga, y no llamado, no se preocupe. La iglesia le necesita, para ayudar a enviar los que tienen el llamado para ir. Para cada llamado a ir, necesitamos varios que estén dispuestos a estar en la brecha aquí en Argentina, dándoles apoyo logístico. Dios esta llamando a muchos hoy en dia. Sin su llamado, no podemos hacer misiones. Pero muchas veces no sabemos como responder como correesponde. Que Dios nos ayude a responder correctamente a Su llamado divino. Verdades fundamentales del llamado misionero. Daniel BianchiEl tema del llamado misionero es algo que inquieta a muchas personas, en este tiempo de creciente conciencia misionera. Es habitual encontrar creyentes quienes expresan que han sido llamados para tal país, grupo étnico, o para determinada ciudad. Por otra parte, están los que se acercan con desazón – ¿y cierta sensación de culpa? – para buscar consejo; porque no pueden precisar el lugar de su llamado. Otros se sienten libres de toda responsabilidad ya que el llamado no les ha alcanzado. Ni qué decir acerca de quienes amoldan el llamado de acuerdo a sus intereses personales, siempre cambiantes, por cierto. En medio de tanta niebla sobre este tema, reflexionemos en los muchos ejemplos de llamado que se citan en la Biblia, como se puede leer y reflexionar en Marcos 3:14 “…Y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar”. Ejemplos de llamado: Isaías.6.8 – Amos.7.14-15 – Hechos.16.10,20.24 – Romanos 1.1 Una cosa está clara y es el fundamento de todo lo demás: Dios llama a todos los hombres al arrepentimiento y a la fe, para la salvación. Es la demanda divina de abandonar la rebeldía y la indiferencia hacia Dios y someterse a Él. Exige el derrocamiento de cualquier ídolo que ha usurpado el trono de la vida, para rendirse incondicionalmente al Señorío de Cristo. Sin el nuevo nacimiento, no hay ninguna experiencia espiritual genuina. Junto a la salvación, recibimos el llamado a servir a Dios en la extensión de su reino. Verdades fundamentales acerca del llamado. 1. El llamado descansa en la voluntad de Dios: Dios es soberano y, aunque la decisión parece propia de nosotros, en realidad es Su conquista sobre nuestras personas. Dios nunca dejará su lugar y, por tanto, el llamado no puede ser asumido o hecho por el hombre. Nadie puede tomar para sí mismo esa honra. Dios es el que llama. 2. El llamado se realiza por la intervención del Espíritu Santo: Las cosas de la carne amenazan la vida de la iglesia. El liderazgo humano ya ha costado demasiado. El llamado no puede conferirse a personas ni a organizaciones. El ministerio, no está determinado por los votos, ni por el carisma personal, o por las capacidades naturales, las finanzas, la educación, las experiencias o la habilidad política. ¡Hay que reconocer que algunos están en las misiones sin haber sido llamados! 3. El llamado se hace evidente en la iglesia local: En ese contexto, se ejerce el ministerio y se va revelando el llamamiento. La congregación reconoce y respalda el llamado, pero no lo origina. Debe cooperar con el llamado del Espíritu Santo, de tal manera que cuando envía la iglesia es el Señor quien envía (Hech.13:2-4). 4. El llamado no es sólo cuestión de lugar:La noción de un lugar determinado puede estar presente en el llamado. Pero el llamado es mucho más que un lugar geográfico. Es el punto de encuentro dinámico de convicción interna, de madurez espiritual, de dones, de experiencia, de necesidad, de puertas abiertas, consejo sabio, recursos, tiempo oportuno, sentido común santificado, respaldo del cuerpo, orientación de la agencia que envía, etc. Por no tener esto claro, hay muchos que se encuentran paralizados; porque suponen que Dios los puede llamar solamente de una determinada forma. 5. El llamado implicar tanto dejar como tomar. El llamado es “salir de” para “ir a”. El salir tiene que ver con dejar, renunciar. Pedro tuvo que dejar las redes, la barca. Moisés tuvo que salir del desierto para volver a Egipto; y aquel lugar adquirió un nuevo significado para él, a partir de su obediencia. Cuando se entiende el significado del llamado, la respuesta sin embargo puede ser: evadirlo o sentirse incapaz. Igualmente, hay que advertir: ¡cuidado con los que lo asumen sin comprender su verdadera naturaleza!. 6. El llamado se evidencia por medio de la perseverancia. La carrera no es de los que corren más rápido sino de los que la finalizan con gozo. En casi todo hogar, hay libros, artículos, videos y casetes pertenecientes a aquellos que fueron fieles al llamado de Dios… aunque lamentablemente por un poco de tiempo. La fidelidad, la continuidad – a pesar de las pruebas y de las dificultades -, la persistencia en seguir con el rumbo fijo a lo que Dios quiere es una marca del que ha sido llamado. 7. El llamado cuesta más de lo que se supone. Hay quienes podrían decir: “¡Si hubiera sabido lo que implicaba el llamado, quizás no me hubiera metido en esto!”. Obedecer el llamado siempre es más costoso de lo que se imagina. Pero aunque el costo no parezca grande para algunos, hay algo en común para todos: tarde o temprano llega el momento cuando “lo único” que le queda a una persona es la certeza de haber sido llamado. 8. El llamado significa un enorme privilegio. Ante tanto tipos de ejemplo que abundan por todos lados, se debe resaltar la dignidad del llamado. No hay nada con que se lo pueda comparar. Ser llamado es haber sido apartado para el uso del Señor. Significa contar con sus respaldo, capacitación, presencia y guía. Es estar en misión con Dios y para Dios. La recompensa será oír del Padre: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”. Conclusiones sobre el llamado misionero: Rompamos sin temor todo estereotipo acerca del llamado. Dejemos de lado la tendencia humana de copiar lo que Dios hizo en la vida de otros. Admitamos que Dios tiene diferentes maneras para llamar. No impidamos Su obrar porque hay cosas que no se ajustan a nuestro plan. Determinemos no seguir respondiendo a toda apelación que se escucha sin haber dado los pasos de obediencia que él espera de nosotros. El llamado debe ser realizado con todo el corazón. Es una mayordomía, ante la cual se habrá de responder. “Ay de mí sino anuncio el evangelio”. Como responder al llamado de Dios de ir. Andres RobertEl llamado es la revelación de Dios a usted de que es su voluntad que todos los seres humanos escuchen el evangelio, de modo que debería dejar de afligirse por el llamado y disponerse a responder a la revelación que ha recibido de Él. (Misión al Interior del Sudán) Señor Jesús, me entrego a tu servicio […] ahora me hago una pregunta: ¿Dónde puedo servirte? Tu Palabra dice que tu deseo es que el evangelio sea predicado hasta lo último de la tierra. Mi anhelo, oh Señor, es establecerme en el lugar en que más se necesiten obreros y donde haya mayores dificultades. (Roberto Morrison) UNO DE LOS RELATOS más maravillosos del Nuevo Testamento es aquel en el que Pablo testifica cómo fue llamado simultáneamente a la salvación y a cumplir una tarea específica como misionero en el Reino de Dios. Tal experiencia cambió por completo el rumbo de su vida (He chos 26.15-19). Por eso es muy importante prestar debida atención a todo lo que tiene que ver con el llamado de Dios, y cómo responder a él. ¿Quiénes irán a predicar el evangelio a los últimos rincones de la tierra? ¿Necesitan estos obreros un claro llamado para dejar todo y dedicar totalmente sus vidas a esta tarea? ¿Hay tal cosa como un llamado de Dios para el ministerio, para la obra misionera o para una tarea específica? ¿Qué dice la bendita Palabra de Dios sobre este tema? Dios llama a todos a la salvación La simple lectura de la Biblia nos mostrará que Dios llama a todos los seres humanos a la salvación. En el mismo comienzo de la historia humana Dios llamó a Adán y Eva cuando ellos desobedecieron y les prometió un Salvador. Por medio de Noé, pregonero de justicia, llamó a la generación antediluviana. Llamó a los israelitas por me dio de Moisés cada vez que se apartaban de Él. Si guió llamando a su pueblo por medio de los profetas (Ezequiel 33.11). Llamó a los habitantes de la ciudad de Nínive por medio de Jonás. Jesucristo el Hijo de Dios comenzó su ministerio con un claro llamado al arrepentimiento y a creer en el evangelio (Mar cos 1.14-15). En la casa de Mateo expresó: «No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento» (Mateo 9.13). Llamó directamente a Zaqueo, fue a su casa y este recibió la salvación. «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» era uno de los conmovedores llamamientos a la salvación que hizo durante su ministerio. Toda persona que ha nacido de nuevo y es un hijo de Dios ha llegado a experimentar esa bendición por haber respondido al llamado que Dios hace por medio de su Palabra y de su Espiritu. Aunque no todos responden, Dios llama a todos a la fe y a la salvación en Cristo. Dios llama a muchos a una tarea específica Las Escrituras también registran cómo Dios llamó a Noé para que construyera un arca, y diera a su generación la oportunidad de escapar del diluvio. Dios llamó a Abraham para formar un pueblo especial, que fuera um ejemplo para las otras naciones, y un medio a través del cual vendría el Mesías y la salvación al mundo. Encontramos más adelante que Moisés fue llamado para libertar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Se nos dice que Bezaleel y Aholiab fueron llamados y capacitados especialmente para hacer toda la obra del tabernáculo. Leemos en el Antiguo Testamento cómo Dios llamó a Isaías, Jeremías, Ezequiel y otros profetas para ser sus siervos y mensajeros. En las páginas del Nuevo Testamento también se describe cómo Jesús llamó a sus discípulos al ministerio:«Llamó a sí a los que él quiso, y vinieron a él […] para que estuvieran con él, para enviarlos a predicar» (Marcos 3.13-14). Tenemos el relato de cómo llamó a Mateo, quien dejó un empleo público y lo siguió. Ya hemos hecho referencia a la manera cómo el Señor llamó a Pablo, inmediatamente después de su conversión, quien pudo escribir en Gálatas 1.15: «Dios […] me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia», y a Timoteo: «por que me tuvo por fiel, me puso en el ministerio»(1 Ti mo teo 1.12). Queda fuera de toda duda que estas personas —tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento—, junto a miles de hombres y mujeres a través de la historia, fueron llamadas primeramente a la salvación, y también recibieron un llamado definido para una tarea o ministerio que en la mayoría de los casos significó la entrega de toda su vida para cumplir la tarea asignada por Dios. Algunas ideas falsas sobre el llamado. Pero la verdad sobre el llamado de Dios puede ser fácilmente confundida con ideas que la mente y el corazón engañoso elaboran, y que no tienen fundamento en la Palabra de Dios. Algunas de estas fantasías son las siguientes: Algunos piensan que para ser llamados deben tener uma visión sobrenatural, o un sueño se mejante a los que tuvo José o Nabucodonosor. Otros consideran que la emoción y la tristeza que a veces sentimos o las lágrimas que derramamos al pensar em la condición desesperante de los paganos en sí constituyen un llamado. Otros, por el contrario, esperan sentir alguna deliciosa sensación física; algo así como un toque eléctrico o um calor subiendo y bajando por sus espaldas. No faltará quien imagine y espere que, mientras está leyendo las Escrituras, un rayo de luz del cielo ilumine algún texto bíblico y le muestre que debe ir al África o a la China. La idea del llamado también puede mezclarse y confundirse con el intenso deseo de viajar, o la aventura de ir y visitar otros países. El deseo muy humano y común de sobresalir o destacarse sobre los de más —llegar a ser un héroe— bien puede confundirse con el llamado a ser misionero. Alguno puede inclusive, estar esperando oír una voz audible tal como le ocurrió a Samuel o al apóstol Pablo.Digamos por un lado, que no podemos limitar a Dios y decir que Él no puede llamar de ésta o de aquélla manera. También debemos admitir que algunos de estos elementos (tales como un sueño, el dolor por la condición y destino de los perdidos, la influencia de un texto bíblico, etcétera), pueden ocasionalmente formar parte del proceso de un llamado. Sin embargo, no es común en estos tiempos cuando tenemos la revelación completa en las Escrituras y en la persona de Cristo, que Dios utilice esos medios. Tampoco tenemos promesa o enseñanza bíblica que nos aliente a esperar que lo haga de esta o aquella manera. Cómo podemos definir el llamado ¿Nos hemos dado cuenta que a veces resulta difícil definir algunas de las cosas más preciosas y valiosas que disfrutamos en la vida? Determinar con claridad y exactitud lo que es el llamado de Dios puede ser tan dificultoso como sería definir lo que es la luz, el aire, la electricidad o el amor. Pero aun que nos cueste o no podamos dar uma definición exacta de estas cosas, sabemos positivamente que existen y disfrutamos de cada una de ellas. Algo similar puede suceder con la verdad del llamado. Es un hecho indiscutible que todos los creyentes son llamados a servir a Dios y testiticar de Cris to y su salvación. También es evidente que las Escrituras nos muestran que Dios llama a algunos para un servicio especial. Esto generalmente implica renunciar a muchas otras ocupaciones legítimas para dedicar totalmente el tiempo y la vida a cumplir un ministerio o tarea específica que tiene como fin la salvación de las almas y la extensión del Reino de Dios. De esta manera llegarán a ser misioneros, pastores, maestros, evangelistas o muchas otras valiosas especialidades que hoy se necesitan en los cam pos misioneros, tales como lingüistas, traductores, médicos, enfermeros, aviadores, etcétera. Este llamado que se puede experimentar bajo variadas circunstancias y que puede tener distintas características, finalmente se cristaliza como una profunda y clara convicción en lo más íntimo de nuestro ser. La misma se puede producir repentinamente —como en el caso de Pablo— o puede ir creciendo en la mente y corazón a través del tiempo. Una característica de este sentir, es que se aclara y profundiza cada vez que estamos en oración y em tiempos de íntima comunión con Dios. Hay varios elementos que integran y contribuyen a concretar el llamado de Dios. La Palabra de Dios. El primer ingrediente que forma parte de un llamado genuino es la Palabra de Dios. ¿Cómo llamó Dios a Isaías? (Isaías 6.1-8). Él fue al templo. Tuvo una visión de la grandeza de Dios y una toma de conciencia de su propia indignidad. Pero luego de ser purificado por el toque celestial escuchó la voz de Dios. Los miembros de la Trinidad conversaban y decían: «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Esa misma palabra que Dios habló y com la cual Isaías sintió que Dios lo llamaba, es la misma Palabra escrita de Dios hoy, y que ha sido usada por el Espíritu para llamar a centenares de personas a la obra misionera. Es eterna y tiene el mismo poder. ¿Cómo llamó Jesús a sus discípulos cuando iba recorriendo las orillas del mar de Galiea y los vio trabajando con su embarcación y sus redes? «Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres», les dijo (Mateo 4.19).Ellos dejaron la barca, su padre y las redes y siguieron a Jesús. Fue la palabra de Dios el instrumento principal para llegar al corazón como un llamado de Dios. ¿Cómo llamó Dios a Pablo? Por medio de una palabra directa:«Yo soy Jesús a quien tú persigues». Y esto conduce a preguntarnos: ¿qué lugar ocupa la Palabra de Dios en nuestra vida? ¿Qué sentimos cuando leemos pasajes como Marcos 16.15 que dice: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura»? ¿O Juan 20.21: «Como me envió el Padre, así también yo os envío»? Estos y otros pasajes similares, ¿no despiertan en nuestro corazón una pregunta, una inquietud? ¿No nos habla Dios hoy a través de ellos? La comunión con Dios. Otro elemento que indudablemente debe influir mucho en la gestación de un llamado es la comunión que tenemos con Cristo. Hablamos de alabarle y adorarle; pasamos momentos de íntima comunión con Él; leemos su Palabra; lo conocemos cada día más. Somos sus discípulos. Pero, ¿nos negamos a nosotros mismos, tomamos nues tra cruz cada día y lo seguimos? En este intercambio de deseos, planes e inquietudes ¿qué es lo que nos dice? ¿Cuál es el asunto que más pesa sobre el corazón de Jesus ahora que está sentado a la diestra de Dios? ¿No es acaso la evangelización del mundo? Y si nosotros estamos em comunión con Él, ¿no sentimos lo mismo que siente Él? ¿No se produce en nuestro corazón un eco del dolor que Jesús siente al ver a tantos miles de personas que todavia están privados de escuchar su mensaje? Si tenemos intimidad espiritual con Él, estas tremendas realidades deben conmover nuestro corazón. Si nuestra comunión con Cristo es real y genuina —y no uma imaginación o una fantasía— este tema de la evangelización del mundo no sólo será uno de los temas de conversación con Él, será sin duda el principal. Y si hay algo que Él quiere revelarnos, es sin duda cuál es el lugar que nos ha asignado en este programa. Multitudes en tinieblas. Este es el tercer factor que está en el trasfondo de todo verdadero llamado: la seria consideración de las apremiantes necesidades de los pueblos que todavía no han oído de Cristo. Leemos en Mateo 9.36 que «al ver lãs multitudes tuvo compasión de ellas». Pensemos en esto: si Jesús sentía compasión por las multitudes cuando el mundo de su tiempo tenía alrededor de doscientos millones de habitantes. ¿Qué sentirá ahora que la población mundial es mucho mayor. Hoy en día tenemos a nuestro alcance información de primera mano, como la que brinda el libro Operación Mundo o Proyecto Josue que nos muestran con realismo en qué condición se encuentran hombres y mujeres de diversas partes del mundo. ¿Qué sentimos al escuchar o leer estos datos? Estando en una iglesia en la ciudad de Brighton, y no pudiendo tolerar más la vista de una congregación de más de mil cristianos regocijándose en su propia seguridad de salvación, mientras millones estaban pereciendo por falta de conocimiento, salí de la iglesia y vagué por la arena de la playa solo y en gran agonía espiritual. Esto sentía Hudson Taylor en una de sus visitas a su propia patria. La carga de las multitudes en tinieblas estaba constantemente sobre su corazón. Esta misma compasión debería movernos a ofrecer nuestra vida al Señor para que Él disponga de ella y nos envíe y use según su plan y voluntad. El gran Superintendente. La guía y dirección del Espíritu Santo en la vida del cristiano es otra vivencia que se relaciona estrechamente con el llamado de Dios. Si hay alguien que está interesado en exaltar a Cristo, y desea que Él sea glorificado en médio de estos grupos humanos donde Él todavía no es conocido, esa persona es el Espíritu Santo. Él ha venido a morar en nosotros para llevar a cabo un ministerio múltiple, pero sobre todo, tal como lo dice Hechos 1.8, para capacitarnos a fin de que seamos testigos «hasta lo últi mo de la tierra». La relación personal que cultivamos con el Espíritu Santo es vital para experimentar el llamado de Dios. Como Jesús lo anticipó, Él ha venido, entre otras cosas, para «hablarnos», «enseñarnos», «recordarnos» verdades que Cristo habló y para «guiarnos». Ser sensibles a sus insinuaciones cuando presiona nuestra mente y espíritu con alguna verdad, alguna necesidad, algún pueblo o país, es fundamental para percibir su instrucción. El Espíritu Santo está activo hoy y la evangelización mundial es uno de sus objetivos principales. Él puede y quiere dirigir la vida y el servicio de cada uno de los redimidos. La condición mínima es prestarle atención. Tal cosa ocurrió con Eduardo McCully, un joven estudiante de abogacía en un colegio en los Estados Unidos. Un día quiso tener una entrevista personal con su padre. En esa conversación le dijo: —Papá, durante las últimas semanas he estado luchando con Dios. Estoy convencido que aunque soy un buen cristiano, Dios tiene un plan mejor para mi vida y quiero con tu aprobación dejar la carrera que estoy siguiendo, que estimo que es en gran parte mi propio plan, para prepararme mejor a fin de ir a predicar el evangelio a los que todavía no han oído nada de Cristo. —Eduardo —le dijo el padre— Dios puede usar a un abogado cristiano, pero si tú crees que ese es el plan de Dios para tu vida, yo no me opondré. Todo lo contrario, oraré por ti para que puedas ser fiel al Señor. Eduardo McCully fue uno de los miles de hombres y mujeres que, como Moisés, renunciaron a los tesoros y comodidades que este mundo ofrece para alistarse en las líneas de combate donde la batalla es más dura y difícil. Siguiendo ese plan que el Espíritu Santo le mostró, se esforzó con otros cuatro misioneros y sus esposas para alcanzar a los indios aucas con el evangelio y dio su vida en el cumplimiento de esa misión. McCully y sus compañeros murieron en obediencia a este eterno y maravilloso plan de Dios para alcanzar un mundo perdido. Rendición total. Otro principio de la vida espiritual que sin duda condiciona el llamado de Dios es la consagración de nuestra vida a Él. Pablo en Romanos 12.1-2 explica que la respuesta lógica a lo que Dios ha hecho por nosotros, es que le rindamos totalmente nuestra vida. Desde el primer capítulo de su epístola a los Romanos hasta el final del capítulo once, describe una cadena de bendiciones entre las cuales menciona que Dios nos ha llamado, justificado, redimido, santificado. Nos ha libertado del pecado, nos ha glorificado, ha puesto su Espíritu morando en nosotros y nos ha hecho herederos de sus riquezas. Como si fuera subiendo los peldaños de una escalera, cuando llega al extremo de ella dice: «Hermanos, teniendo en cuenta todas estas misericordias que Dios ha tenido para con nosotros, les ruego que hagan lo lógico: que le presenten sus cuerpos como un sacrificio vivo». Seguramente teniendo en mente la ofrenda de holocausto que los israelitas ofrecían (una de las cinco ofrendas de Levítico) y que era toda para Dios (ni el sacerdote, ni el oferente participaban de ella) Pablo toma esa ilustración bíblica perfecta, pero le cambia una palabra. Aquel era un sacrifico muerto, este es un sacrificio vivo. Es decir la vida nueva, resucitada con Cristo, rendida a Dios en una entrega voluntaria incondicional. La idea es muy sencilla: si Dios por amor se ha dado totalmente a nosotros en la persona de su Hijo, la respuesta de amor es que nosotros nos entreguemos totalmente a Él. Esta debería ser la experiencia normal de todos los creyentes. La consagración total a Dios no es sólo para los pastores, obreros y misioneros; también lo es para el padre de familia, el ama de casa, el empleado en la oficina, el operario en la fábrica, el estudiante…para todos. Cuando hemos dado este importante paso, y estamos a disposición de Dios, Él puede guiarnos y hacer con nosotros lo que quiere. Jorge Müller solía decir que el noventa por ciento del problema de conocer la voluntad de Dios, es la rendición de nuestra voluntad a la suya. Experiencias diferentes. Como la Biblia lo de muestra, Dios llama a las personas de diferentes maneras. La experiencia de miles de misioneros también lo confirma. La manera como llamó a Isaías es distinta de la que usó para llamar a Jeremías o Ezequiel. El modo que Jesús usó para llamar a Pedro o Mateo difiere del que utilizó para llamar a Pablo. Esto nos enseña que no tenemos que tratar de copiar el llamado de otros. Un misionero ha dicho con razón que una parte del llamado, es la revelación personal que Dios le hace a cada uno y a usted, de que es su voluntad que todos los seres humanos escuchen el evangelio. Por lo tanto, em vez de afligirse por el asunto del llamado mejor sería empezar a pensar de qué manera puede usted responder a esta importante verdad que Dios le ha mostrado. Tal vez sería bueno mencionar que el concepto que se tiene sobre el llamado es amplio y variado. Por ejemplo, algunas personas en vez de hablar de llamado piensan que se trata directamente de dirección divina. Y tienen razón: para alguien que está rendido a La voluntad de Dios y dice como Isaías: «Heme aquí, envia me a mí», lo único que necesita es que Dios le muestre específicamente qué es lo que debe hacer y en qué lugar. Otros sienten sinceramente que «una persona que tiene un mandato, no espera recibir un llamado». Uno que pensaba de esta manera era Santiago Gilmour, quien pasó más de veinte años sirviendo como misionero en Mongolia. Él dijo: Cuando yo salgo como un misionero, no es que yo siga solamente los dictados del sentido común, sino más bien que deseo obedecer el mandamiento de Cristo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio». Estas palabras me parecen a mí que son un claro mandato misionero […] por lo tan to, mi ida al exterior es un asunto de clara y estricta obediencia a un claro mandamiento. Y en lugar de buscar una razón para ir al extranjero, yo preferiría decir que yo no he podido encontrar razones por las cuales debería permanecer en mi país. Otro siervo de Dios ha dicho con igual razón: El llamado a la obra misionera ahora no viene a través de una voz del cielo, sino por medio de un versículo de las Escrituras: «Id por todo el mundo […] y predicad». ¿Cuántos responderán al llamado? Al parecer la escasez de obreros no se nota en ninguna vocación importante. En nuestro país no se siente tanto la necesidad de médicos, arquitectos, electricistas, negociantes, abogados, escribanos, ingenieros, músicos, carpinteros, y últimamente hasta exportamos jugadores de fútbol, básquet y vóley. Pero sí faltan quienes se ofrezcan para cubrir los campos misioneros todavía no alcanzados.Una estadística reciente señalaba que podría haber en el mundo hoy cerca setecientos millones de cristianos verdaderos. Si de cada mil, dos fueran enviados a los grupos étnicos no alcanzados, se formaría un ejército de 1.400 millones de misioneros. Las estadísticas de Operación Mundo hablan de unos dos cientos mil misioneros. Jesús pregunta una vez más: «Y los nueve, ¿dónde están?» Según esta proporción que hemos señalado (dos de cada mil) podría haber casi un millón y medio de misioneros más en la fuerza misionera mundial. ¿Por qué no los hay? Dios es el que llama. ¿Se habrá olvidado de llamar? «No he sido llamado» —expresan muchos. ¿Será que no lo han oído? Es posible que Dios quiera utilizar al lector de estas líneas para ayudar a resolver este dilema. Seguramente podrá hacerlo si a semejanza de las palabras de Morrison, al comienzo de este capítulo, puede decir de corazón: «Señor, te amo y deseo servirte y hacer tu voluntad. Comprendo que mi vida te pertenece, y en este momento, como sacrificio vivo, la pongo sobre el altar para que tú dispongas de ella para hacer lo que tú quieras». Reflexión: Si no soy yo, ¿quién? Si no es aquí, ¿dónde? Si no es ahora, ¿cuándo? Si Dios lo esta llamando. Andres RobertPARA LOS QUE sienten que Dios los está llamando a la obra misionera y se preguntan: ¿qué debo hacer?, les conviene tener en cuenta que, además de experimentar y clarificar lo que es un genuino llamamiento, es imprescindible tener una cuidadosa preparación. Se recordará que Jesús no comenzó su ministerio hasta los treinta años. Sus apóstoles estuvieron tres años aprendiendo con Él; y se estima que en la vida del apóstol Pablo pasaron unos diez años entre su conversión y el tiempo en que inició sus viajes misioneros. ¿Por qué tanto tiempo? Por que los misioneros necesitan preparación, experiencia y madurez. Y eso no se consigue de una día para otro: lleva su tiempo. ¿Qué factores forman parte de esa capacitación? Me atrevo, brevemente, a mencionar los siguientes: Conversión. Es esencial tener la seguridad de que ha recibido a Cristo como su Salvador, y con Él,el perdón de sus pecados, la vida eterna, y que es un hijo de Dios. Crecimiento. Entronar a Cristo como Señor en todos los aspectos de su vida, y seguir en pos de Él, como un discípulo responsable que ha aprendido lo que significa negarse a sí mismo y tomar la cruz cada día. Victoria. Conocer y experimentar los recursos que tiene disponibles en Cristo para vivir triunfante sobre el pecado, el yo, Satanás y la circunstancias, y ser lleno del Espíritu Santo. Testimonio. Su comportamiento en familia, en la iglesia,el trabajo, y su actitud de servicio en la congregación deben ser ejemplar y avalar su vocación. Estudios teológicos. Dedicar los mejores años de la juventud en un seminario o instituto bíblico, buscando la mejor preparación para la tarea que ocupará toda su vida es una decisión sabia. Conocer a fondo las doctrinas y enseñanzas que conforman nuestra fe, y ponerlas en práctica, es fundamental. Capacitación transcultural. Aprender cómo traer a los miembros de otras culturas —que tienen distinto lenguaje, otra religión, y costumbres diferentes a las nuestras— es otro requisito básico. Iglesia enviadora. El candidato que en alguna medida haya dado los pasos que hemos delineado, seguramente encontrará que su propia congregación —y otras que lo conozcan— estarán deseosas de compartir su visión, enviarlo y sostenerlo en la misión que Dios le ha encomendado. Llegar a ser un misionero significa integrar la infantería del pueblo de Dios que avanza en zonas peligrosas, todavía controladas por el enemigo. Tal empresa —la más gloriosa que existe sobre la tierra— nunca será fácil, pero tampoco imposible para quienes llevan la Palabra de Dios encarnada, dependen de Él en oración, y son llenados y guiados continuamente por el Espíritu Santo. Mi línea de tiempo al campo misionero. SIMTrabajo practico Recibir orientación inicial. Daniel BianchiIntroducción: Partiendo del supuesto de que una buena orientación es la mejor manera en la que podemos servir a las personas que tienen una inquietud misionera (candidato, postulante, interesado o como decidamos llamarlo). Con ello – a su tiempo – haremos una buena contribución a la iglesia donde es miembro, al lugar de servicio donde puede llegar a ir y a los futuros compañeros de misión. Debe resaltarse que la característica actual del servicio misionero requiere de la convergencia de personas con diferentes dones, capacidades y características. Además debido al crecimiento de la iglesia en el “Sur global” (también conocido como el Mundo de la mayoría, Los dos tercios, etc. si bien ninguna parece expresarlo adecuadamente), la composición de la fuerza misionera es cada vez más multicultural, multilingüística y multiétnica. Lejano está el tiempo en que la palabra “misionero” evocaba un tipo de persona específico realizando un determinado tipo de tarea. Más lejano es el tiempo cuando misionero representaba a las personas de Estados Unidos o Europa. Mucho más lejano, y seguramente extinguida, está la imagen de un hombre blanco vestido de explorador con casco que es seguido por una caravana de gente de color a través de un sendero en la selva. Sin embargo, y a pesar de las transformaciones sucedidas, ciertos estereotipos permanecen entre nosotros. Paralelamente hay una amplia variedad de enfoques acerca de cómo surge un misionero. Están quienes hablan del ”don de misionero”, otros dicen que es un “llamado específico”. Para algunos es una “vocación”, para otros es cuestión de “seguir la dirección divina”. Para unos “un acto de obediencia”, para otros se trata de “descubrir la voluntad de Dios”, y están quienes afirman que es una cuestión de “sentido común santificado”. Y así se pueden mencionar otras perspectivas. Más allá de todas ellas, hay algo en el que todos deben coincidir y que hay que identificar al misionero latente, ese que puede estar más cerca de lo que se supone. Esa persona con inquietud que necesita orientación. En el apuro (movido por una urgencia basada en las Escrituras pero – a veces despojada – de la sabiduría y discernimiento de la misma) se cometen equivocaciones que pueden traer mucho dolor. Es que el misionero no solamente es alguien que hace, sino principalmente alguien que es. Así, el ser y el hacer deben estar juntos aún en maneras que pueden parecer insólitas como lo muestra una carta de un líder de la Polinesia y que cita Michael Griffiths en su libro: “Give up our small ambitions” (sin traducción al castellano). En la carta se enumera las aptitudes que los cristianos de esa zona del Pacífico esperaban encontrar en un misionero: capacidad para mezclarse con la gente, saber mezclar cemento, atravesar ríos, ayudar en un parto, sentarse con las piernas cruzadas, secar pantanos, ingerir comida extraña y soportar amablemente las equivocaciones. Además sugirió que la persona alérgica a las hormigas, el calor, la humedad, las picaduras, los picantes, las madres solteras, la pobreza y el polvo harían bien en pensar dos veces antes de salir de su país. Antes de seguir corresponde hacer una observación. Para identificar a los nuevos misioneros es imprescindible que el liderazgo de la congregación tome una participación activa. En otras palabras, se requiere una decisión intencional. En cada iglesia hay personas listas para avanzar hacia el servicio misionero. La pregunta obligada es: “¿Hay líderes igualmente listos para identificar a esas personas, acompañarlos y enviarlas?. De otra manera ninguna orientación servirá de mucha ayuda si después no hacemos lo que hay que hacer. Esto parte de la base de mi entendimiento que la tarea misionera debe contar con la participación comprometida de la iglesia local y que esta no es una mera convidada de piedra. (Pero me refreno de seguir con esto pues el asunto está abordado en otros capítulos de este libro). Vayamos entonces a algunas pautas generales que nos sirvan para la debida orientación. De más está decir que la orientación es una etapa exploratoria, de reconocimiento y aprendizaje. Todavía el Candidato no ha tomado decisiones, no ha elegido. Está en proceso, en maduración. Está de más decirlo pero es importante tenerlo en cuenta. Tanto para el Candidato, para que no se sienta que luego de ser orientado tiene que seguir en un camino que entiende no es para seguir. También esto es importante para el orientador para que sea cuidadoso de no ejercer ningún tipo de presión sobre la persona que orienta. Ahora sí, pensemos en algunas preguntas para ayudar al Candidato a saber si se tiene o no se tiene lo que hay que tener. ¿HAY FUNDAMENTOS FIRMES? Aunque parezca obvio, la persona que considera la tarea misionera debe haber dado evidencia de una auténtica conversión. Juntamente con ello tendrá que ser reconocida por tener una sólida relación con su iglesia local ya que allí es el lugar donde se dan los primeros pasos en el discipulado, servicio cristiano y la capacitación. ¿HAY MADUREZ DE CARÁCTER? La obra misionera no es para las personas perfectas pero sí para personas maduras y comprometidas. Se espera que el futuro misionero tenga “los grandes temas resueltos”, o por lo menos que haya mostrado dedicación para enfrentarlos. Por ejemplo: Si es soltero ¿cómo se siente acerca de su soledad?. ¿Cómo está ese matrimonio ante el hecho de no haber tenido hijos aunque lo esperan y los han buscado?. ¿Hay temas del pasado que no fueron tratados adecuadamente? ¿Necesita restauración, reconciliación? ¿Qué pasa con su relación con sus padres y con otras figuras de autoridad?, y así se pueden sumar otras consideraciones fundamentales. Una de las principales características de la madurez es la capacidad de mantener los compromisos asumidos. Otra es la capacidad de tomar decisiones y hacerse responsable por las mismas sin echar las culpas a otros de las consecuencias. La misión necesita gente firme pero flexible, de convicción pero amable. No perfecta pero sana. ¿HAY CONVICCIÓN? Jesús llamó a sus discípulos para que estuviesen con él y para mandarlos a predicar. Juntamente con la conversión viene el llamado de Dios para que le conozcamos, tengamos comunión con él, seamos parte de su cuerpo y partícipes en la extensión de su reino. Ahora bien, además de este llamado general, Dios pide que algunas personas vayan a encarnarse y proclamarlo en otros contextos culturales. El misionero necesita tener seguridad de haber sido apartado para este servicio. Esa seguridad de llamamiento o convicción proviene del Espíritu Santo. ¡El apóstol Pablo la tenía y después con él millares y millares a través de los tiempos! (Hch. 9.15; Gál.1.15; 1 Tim.1.11,12; 1Cor.9.16) ¿HAY DILIGENCIA? En otras palabras, si alguien dice que tiene una carga o llamado para la obra misionera es de esperar que esté dando pasos en pos de esa meta. El Candidato puede aprender mucho aún años antes de salir al lugar de servicio. Es más, una buena parte de esa preparación solo puede tomarla antes de salir de su país. Como ejemplo: Lectura de libros misioneros, participación en eventos, experiencias misioneras locales, intercesión y ofrenda misionera regular, servicio en el ministerio misionero de la iglesia, aprendizaje de otra/s lengua/s, conocer a fondo la cultura, el país donde desea ir, y la lista sigue. A pesar de esto, no faltan los Candidatos que tienen un ideal romántico – y pasivo – de la obra misionera. Sienten el llamado pero los años pasan y no hacen nada práctico con su inquietud. Se asemejan al hombre de Proverbios que tiene ganas de comer pero no puede llevar las manos al plato. ¿HAY ACTITUD DE APRENDIZAJE? El día del misionero “sabelotodo, puedelotodo y tienelotodo” ha pasado. La misión desde los países de la periferia nunca se emprendió con abundancia de recursos, muy al contrario. A pesar de esto no estamos libres del mismo peligro que hemos sabido señalar en otros. Es menester contar con misioneros que tengan actitudes correctas, sobre todo verdadera humildad. Sólo así podrán salir como aprendices más que maestros, como siervos más que conquistadores, como acompañantes más que protagonistas. La misión transcultural es cada vez menos pionera (aunque hay varios aspectos que la requieren de manera urgente como es el caso de la traducción de la Biblia, la tarea entre pueblos nómades, la misión en algunos contextos islámicos, etc.). Por esta razón el futuro misionero si este se no va debe relacionarse con la iglesia nacional. Como tal debe reconocerlos, amarlos y respetarlos. La identificación es imprescindible como expresión de auténtico amor y por consiguiente no está exenta de riesgos, los que deben asumirse con gran sabiduría, consejo maduro, sensibilidad cultural, dirección del Espíritu y orientación de la Palabra. ¿HAY VÍNCULOS SANOS? La vida misionera es una vida de relación. El misionero vinculará otros colegas (generalmente de varias nacionalidades y trasfondos, denominaciones e historias), cristianos nacionales, autoridades gubernamentales y la lista sigue. Nadie nació sabiendo cómo tener buenas relaciones. Hay que aprender y aprender bien. La dificultad para tener vínculos sanos hará que la persona presente luego – cuando esté lejos o cerca dependiendo del lugar de servicio – discapacidades para el servicio. Esto podrá llevarlo en algunos casos a serios quebrantos emocionales, espirituales, aún éticos. No es de admirarse que los conflictos interpersonales ocuparon el cuarto lugar como causal de deserción misionera tanto en los países misioneros tradicionales como en las nuevas naciones de envío. (Ver “Demasiado valioso para que se pierda”, Guillermo D. Taylor, WEF/COMIBAM). ¿HAY COMPROMISO PARA CAPACITARSE? Dios usa todo tipo de instrumentos pero ¡cuánto mejor los emplea si están limpios, afilados y cuidados! Debemos buscar personas comprometidas para crecer y desarrollarse en todas las áreas de su vida. Esto incluye la formación bíblico-teológica y misionológica, pero no se agota en esos temas. David Harley dice que esas personas: “Deben mostrar la evidencia de la obra de Dios en sus vidas. Deben ser confiables y disciplinados para trabajar, aunque a la vez se les debe aconsejar que no sean perfeccionistas ni adictos al trabajo…” Una ventaja adicional es que la persona tenga sentido del humor y especialmente la capacidad de reírse de sí mismo”. Es sumamente recomendable que la iglesia tenga un programa de preparación misionera bien desarrollado para encausar a las personas con inquietudes. En un paso siguiente la capacitación requerirá la participación de instituciones formales como entidades teológicas y centros de capacitación misionera. Más allá de la formación cristiana se ha de tener en cuenta el tema de los estudios formales. Cada vez resulta más necesario que la persona cuente con formación académica (terciario, universidad, estudios técnicos, oficios). El mundo al que se envían los misioneros requiere cada vez más, gente capacitada. ¿HAY SENSIBILIDAD CULTURAL? Servir en misiones es estar en un contexto cultural diferente (ya sea dentro del país como – aún más – en el exterior) y generalmente ese contexto es totalmente opuesto al propio. La persona que considera ser misionero debe tener un sentido crítico de su propia cultura y a la vez de contar con herramientas para conocer la cultura anfitriona. Algunos pequeños indicios son: Capacidad para escuchar con atención y mirar las cosas desde el punto de vista del otro, disposición al estudio de otros idiomas, interés por otras culturas, deseo de ayudar a personas extranjeras, gusto por las expresiones artísticas étnicas, placer por comidas exóticas, conocimiento actualizado de la situación mundial, etc. Las preguntas anteriores ofrecen un marco general para la orientación de los candidatos y las mismas no se agotan allí. Pero por cuestiones de espacio hubo que limitarlas. PARA AVANZAR MÁS EN LA ORIENTACIÓN PROPONGO QUE SE SIGAN TRES EJES PRINCIPALES: 1. El eje de la persona: orientación específica a la vida del candidato: Conversión, crecimiento espiritual, discipulado, vida interior, salud emocional-física, tema de género, crecimiento, estudios, manejo del tiempo, administración de dinero, soledad, casamiento, duelos, etc. 2. El eje de la iglesia: orientación acerca de su llamado y su iglesia local, ministerio y reconocimiento de la iglesia, relación con el pastor, testimonio de su ministerio local, actitud de la iglesia ante la obra misionera, etc. 3. El eje del envío: orientación con todo lo relacionado con el envío propiamente dicho. Énfasis en el rol de las entidades (agencias, grupos) de envío. Debe conocerse su historia, testimonio, estructura, énfasis, doctrina, enfoques particulares, políticas, manejo de finanzas, condiciones y requisitos para la salida, la relación de la entidad con la iglesia enviadora, entre otras cuestiones. Citando a Max Warren se puede decir que el rol del misionero en la actualidad es ser: “explorador (en cuanto a curiosidad y búsqueda para conocer la cultura), aprendiz (en todas las dimensiones), amante (por medio de acciones y palabras), nexo (porque es presencia visible a la comunidad cristiana que lo recibe de la realidad universal de la iglesia), perturbador (en cuanto a la naturaleza de liberación e impacto del ministerio) y señal (pues es movido por el sentido de urgencia del fin)”. Un dicho conocido nos alerta que “prevenir es mejor que curar”. Sin duda podemos aplicarlo a nuestra función que es semejante. Orientar es mejor que enviar descuidadamente. Los efectos de ese envío irresponsable serán muchos. La gloria de Dios nos llama a hacer las cosas de otra manera. 4 preguntas importantes sobre el llamado misionero. Academia de misiones mundiales.¿Quién decide quién debe ser un misionero? Dios decide quién debe ser llamado, apartado y enviado como un misionero. Entonces, ni la iglesia local, ni el individuo mismo, ni la agencia misionera toma esta decisión. Más bien, estas tres sólo reconocen y respetan lo que Dios ya ha decidido. ¿Qué o quién hace que un misionero sea un misionero? Lo que hace que un misionero sea un misionero es el hecho de que Cristo lo ha llevado cautivo y lo ha devuelto a la iglesia para este propósito. Y llamamos este acontecimiento el “llamado misionero”. Entonces, Cristo, y no la iglesia local, ni el misionero mismo, ni la agencia misionera hace que un misionero sea un misionero. Aquí podemos agregar también que tampoco son las actividades hechas por el misionero lo que hace que sea un misionero. Ser misionero es producto de la obra cautivadora de Cristo en su vida, y sus actividades son fruto o consecuencia de esta obra. En otras palabras, él hace lo que hace porque es misionero, pero no es misionero porque hace lo que hace. 3 ¿Quién determina que esta persona va a ser un misionero y aquella no? Cristo cautiva a la gente según Su sabiduría y soberanía. Cautiva a algunos y a otros no. Entonces, la iglesia local, la persona misma, y la agencia misionera sólo reconocen y respetan lo que Cristo ha hecho, y buscan emplear a esta gente según este llamado, sus dones y habilidades, y su grado de similitudes con las entidades enviadoras. 4 ¿Por qué preocuparnos tanto con este proceso del llamado si Dios se encarga de todo? Aunque Dios es responsable de decidir quién va a ser un misionero y de llamarlos para esta tarea, a nosotros como iglesia local nos toca detectar este llamado si vamos a reconocer y respetar lo que Dios ha decidido y hecho. En otras palabras, Dios se encarga de todo, y comunica Sus decisiones por el llamado misionero. Si no podemos detectar este llamado, ¿cómo podemos saber lo que Dios quiere hacer? Nuestra responsabilidad como cristianos es escuchar a Dios y obedecerle. Dentro de estas dos actitudes cualquier persona con un llamado misionero debe responder en obediencia siguiendo la guía de Dios para concretar la tarea que Dios le ha encomendado. Plan para concretar tu llamado misionero. Tito RobertPor cada paso responde primero si lo tienes concretado. Si no lo tienes concretado que acciones realizaras para concretarlo.
Programas efectivos de capacitación misionera.A esta altura de esta guía queremos brindarte orientación a fin de poder saber cuáles son las características de los programas efectivos de capacitación. De esta manera creemos estar aportando a tu búsqueda por alcanzar la capacitación apropiada antes de salir al campo misionero. Una mirada general a la capacitación misionera. Nótese en el gráfico, que el concepto central es denominado Capacitación misionera integral. Con esto queremos decir que los distintos elementos del mismo tienen que estar unidos para obtener un entrenamiento efectivo. Además, es un proceso continuo, con una deliberada superposición de dimensiones. El aprendiz misionero en alguna forma tendrá que pasar por un proceso de siete pasos, que incluye: La disciplina personal La iglesia local Los estudios bíblicos y teológicos, formales y no formales Los estudios transculturales, formales y no formales La capacitación previa al campo, por parte de la agencia misionera o centros de capacitación. La capacitación por parte de la iglesia nacional o campo receptor. La capacitación durante el servicio en el campo A continuación, analizaremos estos pasos uno por uno. La disciplina personal. La vida personal del futuro misionero debe comenzar con las disciplinas espirituales de la oración, la meditación, el ayuno, el estudio bíblico personal, el servicio y la guerra espiritual. Parece que la iglesia en Asia y África ha desarrollado más seriamente estas profundas disciplinas. Como hijos de un mundo activista, moderno y secular nos es difícil estar quietos en la presencia de Dios. Pero todos tenemos que aprender a hacerlo. Una vida personal disciplinada debe producir rasgos de carácter que permitan introducirse en situaciones difíciles, y finalizarlas bien, en oposición al sistema actual de valores y a la debilidad del carácter moderno que tan fácilmente busca el camino de la menor resistencia en el ministerio. El aspecto personal también enfoca el sistema de valores internos y metas, y el estilo de vida del corazón, tanto como el visible. Debe haber un compromiso con la santidad por encima de la felicidad, como A. W. Tozer lo explica tan elocuentemente en su libro La búsqueda de Dios[1]. En los centros de capacitación misionera, a menudo se presume que estos elementos cruciales ya están incorporados al candidato o estudiante. Pero el tiempo, tristemente, nos ha dado la evidencia de que algunas veces los capacitadores de misioneros fallamos al presuponer demasiado. Además, muchos educadores no se permiten a sí mismos volverse tan vulnerables como para mostrar su vida interior a sus jóvenes discípulos. Pero ¿qué se puede esperar de una enorme escuela de misiones, de “producción masiva”, donde la meta es cumplir con los requerimientos académicos para obtener la graduación? ¿Dónde están estas íntimas dimensiones enseñadas, moldeadas, evaluadas en las vidas, tanto del educador como del educando? ¿Qué tipo de programa necesitamos para asegurarnos que estamos tratando efectivamente con estas realidades? Cuando usted busca información acerca de los diferentes modelos de capacitación misionera, ¿se pregunta en qué centros su vida interior puede desarrollarse mejor? La iglesia local Una iglesia local saludable juega un papel muy importante en el equipamiento de futuros misioneros. Desafortunadamente, muchos misioneros hoy día provienen de iglesias débiles e inseguras y algunos desean servir como misioneros aún sin ninguna experiencia real en iglesias locales. Las marcas de una iglesia local saludable pueden variar de una cultura a otra, pero todas deben exaltar la dinámica bíblica de la alabanza y adoración; un liderazgo sensible y activo a la vez; aplicación seria de las verdades bíblicas; equipamiento progresivo del cuerpo de Cristo; Un ejemplo de estilo de vida cristiana, deseado para todos sus fieles; que los prepare para testificar de Cristo en un mundo secular y demoníaco, y que ellos continúen luego discipulando a otros; enseñanza del concepto bíblico de vocación e inculcación de una visión mundial; y dar oportunidad de que la congregación muestre su interdependencia con otras iglesias del mundo. La congregación local debe también ser movilizadota al enviar, apoyar, y animar tanto al desarrollo del nuevo liderazgo como a los ministerios transculturales. Debe evaluar a los individuos talentosos, dándoles un lugar y tiempo para ejercitar sus dones, incluyendo el derecho a fracasar y probar de nuevo. Únicamente cuando una persona demuestra ser talentosa debe ser animada a entrar en esferas más amplias dentro del ministerio. Una de las mayores tragedias que he visto en el campo misionero es la de aquel obrero que tiene capacitación teológica, pero carece de toda habilidad en la práctica y nunca ha desarrollado una tarea ministerial antes de ir al campo. Estos casos invariablemente demuestran que el proceso de preparación falló porque no se evaluó la experiencia ministerial del candidato. El precio en tales casos es terriblemente alto para todos los involucrados, ya que esto tiende a producir derrotas devastadoras, tanto en lo espiritual como en lo emocional. La iglesia local debe ser el primer escalón de prueba para lograr esa fusión entre el servicio y el liderazgo. Cada cultura tendrá su propia mezcla de ambos elementos. Mientras más pequeña sea la escuela y mayor la heterogeneidad cultural del cuerpo de estudiantes, más difícil será clasificar los significados personales de servicio y liderazgo. Pero al mismo tiempo esta experiencia educativa enseñará a los candidatos estas virtudes en un contexto transcultural. La iglesia local debe desarrollar el concepto de trabajar en equipo, tan necesario en nuestro mundo individualista y lleno de autorrealización, egoísmo y narcisismo. Muchos misioneros deberán integrar equipos transculturales y esto será un desafío aún mayor. Una iglesia local saludable dará al obrero un fuerte punto de ventaja, el cual servirá de apoyo para poder evaluar mejor a las iglesias en el campo. Al mismo tiempo el misionero deberá evitar la tendencia a reproducir nuevas iglesias basadas en el modelo de su país de origen. No hay sustituto para una fuerte y positiva experiencia en la iglesia local, el enlace ajustado con la gente de Dios, la cual impulsará al nuevo misionero, sosteniéndolo con lazos de amor, oración e inversión financiera. Este tipo de iglesia le enviará, le apoyará y le recibirá con amor cuando su tiempo de licencia llegue, le renovará y refrescará para luego volverle a enviar. La iglesia local puede y debe desarrollar un programa de capacitación para sus futuros misioneros, involucrándolos en un ministerio probado, evaluándolos y animándolos en sus dones, estimulándolos a la santidad. Gracias a Dios porque muchas congregaciones en diferentes países ya lo están haciendo. Sin embargo, la iglesia local sola no es el sustituto de los dos pasos siguientes en la capacitación misionera. Si una iglesia supone que en su solo contexto puede proporcionar todo el equipamiento para un ministerio transcultural efectivo, tiene un concepto demasiado alto de sí misma. Esta idea puede ocasionar graves problemas al candidato. Estudios bíblicos y teológicos formales; y los transculturales formales y no formales Estas dos categorías conforman un elemento integral en el proceso de capacitación. Algunos preguntan por qué aparecen separadas en el gráfico 1 pero unidas en este subtítulo. Pueden separarse para propósitos de discusión, pero en muchos casos están integradas dentro del mismo programa educativo, como en la mayoría de los currículos norteamericanos, y algunos asiáticos. Aquí se mencionan separadas para analizarlas mejor. En algunos casos vienen juntas en el mismo programa educativo, especialmente en los seminarios norteamericanos. Pero hemos visto surgir paulatinamente, en el Tercer Mundo, un modelo diferente de capacitación misionera. Este programa presupone o requiere que el candidato venga ya capacitado bíblica y teológicamente. De este modo los centros transculturales con programas de uno a dos años no necesitan preocuparse por ofrecer el extenso contenido que puede ser suministrado por las escuelas bíblicas y seminarios. Existen aspectos positivos y negativos en ambas alternativas. Algunas instituciones, como los institutos bíblicos de Australia, han comenzado sólo con estudios misioneros, pero la situación real de los estudiantes y de las iglesias ha forzado a agregar cada vez más cursos y programas bíblicos y teológicos. Las organizaciones misioneras denominacionales, a veces prefieren la integración de estos dos aspectos de la preparación en sus escuelas. El seminario o instituto bíblico ofrece al graduado la capacitación teológica esperada para el futuro misionero, y los líderes de las iglesias no tienen que preocuparse por “perder” un candidato importante en favor de otra denominación o agencia. El aprendiz viene ya con una formación teológica en particular que la escuela de capacitación misionera respeta como parte de su vida en comunidad. Cuando se lee un listado de materias debe notarse si la escuela misionera tiene este requisito previo o si integra los dos tipos de capacitación en un solo plan de estudios. Los programas formales son los más conocidos en todo el mundo. Están altamente estructurados: grandes aulas y conferencias muy bien dadas; escalas de calificaciones; enseñanza primordialmente teórica, trabajando sobre la voluntad y la mente; tendencia a esforzarse para obtener la graduación o el diploma; y preocupación por los niveles de perfeccionamiento y acreditación. Sus requisitos previos son objetivos y generalmente estandarizados. Los cursos tienen nivel universitario, con asignaturas y programas de evaluación reconocidos. La educación no formal tiende al estudio personal o grupal planificado, pero desarrollado fuera de! aula: viajes a! campo evaluados, obras prácticas e internados dirigidos, capacitación mientras se está en servicio. Esto significa ser guiado a aprender, haciéndolo dentro de un determinado contexto, involucrando tanto al personal como al departamento de instrucción en un trabajo de discipuladores y de consejeros, con una graduación que no resulta tanto de la aprobación de cursos o programas, como de la experiencia y las aptitudes ministeriales. Esta dimensión requiere dirección y supervisión de los guías del entrenamiento, así como una evaluación final personalizada del aprendiz. Aún existe una tercera faceta crucial en el proceso de aprendizaje, y es la educación informal. Esta forma parte de la dinámica de la comunidad estudiantil. Puedo dar algunos excelentes ejemplos de esta modalidad. Uno de los más impresionantes fue el que experimenté en el Seminario Cristiano Todas las Naciones[2], institución que ya ha impactado a otros centros en Africa y Asia. Cuando el doctor Joshua Ogawa, misionero japonés de la Fraternidad Misionera de Ultramar[3] fue comisionado para poner los cimientos de lo que más tarde sería conocido como el Instituto Asiático de Capacitación Transcultural[4], pasó un tiempo en el Seminario Cristiano Todas las Naciones como miembro del personal, y además observando cuidadosamente su programa de capacitación. Más tarde, como fundador del mencionado instituto asiático, adaptó algunas estrategias a ese continente. Algunos otros centros del Tercer Mundo han aprendido mucho de este modelo de fusión sensible de educación formal, no formal e informal. Esta dimensión de aprendizaje informal anima a la adquisición y al desarrollo de actitudes positivas y abiertas con respecto a otras culturas, y de nuevas maneras de vivir nuestro cristianismo en su dimensión multicultural. La vida en comunidad es crucial. Muchas escuelas de capacitación requieren que su personal viva en el lugar y les proveen de casa para ello. Así, estos centros llegan a ser magníficas comunidades de aprendizaje, con tantas tensiones como bendiciones. Algunos capacitadores, francamente, tienen sus dudas con respecto a la educación formal, porque ésta presenta muchos puntos débiles. Además, quieren evitar una mayor exportación de modelos anglosajones de capacitación. Con la oportunidad de crear algo nuevo en el Tercer Mundo, esta nueva generación de educadores está diseñando programas únicamente con sistemas no formales. Pero los que prefieren el entrenamiento formal, temen que el no formal sea simplemente la fachada de una educación inferior, y creen que no puede cubrir la totalidad de las necesidades. Además, minimizan la importancia del aspecto informal de la comunidad, o dicen que sencillamente no es práctico. Esta opinión es lamentable. Mi propia convicción es que debemos unir la educación formal, la no formal y la informal. Esto puede lograrse en una forma creativa, tanto en los estudios bíblicos y teológicos como en los transculturales. La dimensión informal podría llegar a ser creativamente una dinámica central del proceso de enseñanza y aprendizaje en el programa o centro de capacitación misionera. La capacitación previa por parte de la agencia. La gran mayoría de las agencias misioneras tiene algún programa específico de orientación, que podría llamarse “escuela de candidatos”. Este nivel en la capacitación es muy importante debido a las distinciones particulares de cada agencia y a su llamado dentro de la gran empresa misionera. Las agencias dedicadas a la lingüística y a las traducciones bíblicas tienen programas que en muchos casos exigen estudios serios y formales. Las misiones al mundo musulmán, requieren una preparación especial para este ministerio. La misión PM Internacional[5], que coloca a latinoamericanos en el mundo musulmán de Africa del norte, tiene su propio programa de capacitación con base en España y Africa del norte. Cada misión tiene su propio reglamento doctrinal, principios y prácticas, sus estandartes de servicio y conducta, su posición con respecto a distintos temas, y diferentes tipos de organización. Cada misión tiene, además, su concepto del papel de la esposa, del apoyo que debe darse a la familia misionera y de la educación de sus hijos. La capacitación previa puede hacerse en el país enviador, en una localidad “internacional” o hasta en el propio campo al cual el misionero será enviado. Cuanto más cerca esté el entrenamiento de las condiciones reales en que se va a ministrar, más efectivo será. Ahora, ¿qué de las agencias más pequeñas o de las iglesias locales que envían misioneros y no tienen este tipo de capacitación? A menos que consigan una buena preparación en estas áreas, corren el riesgo de traicionar la confianza de sus misioneros. Al estar en el campo, no existe sustituto para cierto tipo de responsabilidades, para la orientación del servicio, y la guía por parte del liderazgo de la iglesia o misión enviadora acerca de las expectativas del futuro ministerio. Algunas agencias pequeñas, iglesias locales, mantienen lazos con misiones internacionales ya establecidas y aconsejan a su personal que hagan lo propio. La capacitación por parte de la iglesia nacional o campo receptor. Fue Theodore Williams el que primero me desafió con esta idea, y ella tiene lugar en los campos misioneros que poseen una iglesia nacional. En esta categoría, el nuevo misionero continúa el proceso de capacitación, pero in situ, preferentemente guiado por creyentes nacionales, quienes responden a sus necesidades y actividades. Por supuesto que aquí también la agencia misionera juega un papel fundamental. Esta dimensión está incluida probablemente en su totalidad dentro de los aspectos no formales e informales del proceso de enseñanza y aprendizaje. Algunos ministerios ya están desarrollando este tipo de entrenamiento. La capacitación durante el servicio en el campo. Desafortunadamente, es aquí donde muchas agencias descuidan a su personal. Algunas veces esto se debe a la informalidad de la agencia o entidad enviadora. Esta puede suponer falsamente que con sólo ubicar a la persona en el campo, su trabajo ha terminado. ¡Nada está más lejos de la realidad! El pastorado, la definición de la estrategia, la supervisión y la guía continua de su misionero son imperativos para un servicio efectivo y duradero. Los ministerios cambian, el liderazgo cambia, las libertades políticas para el servicio cambian, diferentes necesidades y dones que surgen en el campo misionero pueden requerir estudio adicional, las necesidades de la familia misionera y de la educación de sus hijos también cambian. Una iglesia o agencia misionera sensible podrá servir cuidadosamente a su personal dando consejos sabios, abriendo puertas y oportunidades para los diferentes ministerios, y esto evitará el número de bajas que muchas veces se debe a un escaso aconsejamiento en el campo. Los directivos de las misiones deben incluir a líderes y pastores que sepan cómo suplir tanto las necesidades familiares como las individuales. La iglesia enviadora o agencia misionera sabia alentará a su personal a continuar su capacitación con miras a un servicio más efectivo. Para finalizar queremos resumir los aspectos claves de un buen programa de capacitación misionera. 5 características de un programa efectivo de capacitación misionera. 1. Esta orientado conciente e intencionalmente hacia el desarrollo del carácter y las habilidades necesarias para el ministerio transcultural. 2. Propicia la vida en comunidad abocada al desarrollo de las cualidades propias de la conducta cristiana y al perfeccionamiento de las habilidades en las relaciones interpersonales. 3. Aplica estratégicamente el aprendizaje tanto formal(aula) como no formal(practica/campo)) e informal (comunidad) 4. Cuenta con una experiencia de campo (inmersión) significativa dentro del programa. 5. La capacitación debe tener una estrecha relación con la tarea a desempeñar. ¿Iras a mis campos como sembrador? PoesiaEra primavera, la mañana hermosa llena de fragancias, de trinos, de sol se infiltraba alegre y jubilosamente dentro de los pliegues de mi corazón. el Maestro vino, me hablo quedamente, -¿Irás a mis campos como sembrador?- pero la mañana me llenaba el alma y dije: -Maestro, no podré ir hoy, cuando la primavera apague sus luces, cuenta con mi ayuda como sembrador. Y vino el estío, la aurora nacía con toda su explosión de de calor y de luz todo lo incendiaba con chispas de oro todo lo cubría con regio capuz. Y de nuevo el Maestro se acerco y me dijo: -¿Mis tiernas semillas irás a sembrar?- pero era tan lindo, tan lindo el estío, que dije sintiendo mi pecho cantar -Cuando del verano se extinga la gloria iré a tus campos gozoso a sembrar. Y vino el otoño y el primer rocío que cayo abundante sobre la amplia mies, y puso en el aire su hálito sedante con mano piadosa refresco mi sien, de nuevo el Maestro se acerco y me dijo: -¿Mis maduras mieses irás a segar? si no te retardas aun llegas a tiempo, Mas dije: -Maestro déjame quedar cuando haya gustado la ambrosía de otoño correré a tus campos y podré segar. Y vino el invierno, todo estaba blanco, hacia mucho frío, no brillaba el sol, la nieve y el hielo todo lo cubríeron y hasta se acercaron a mi corazón y entonces, entonces voluntariamente me acerque al Maestro, todo se lo di, todos mi afanes, todos mis anhelos, todo don precioso que habitaba en mí, más el tristemente movió la cabeza, Paso la cosecha, me dijo solo habia en el campo un poco de trigo que vos voluntario lo fueras a sembrar, y como no fuiste aun esta en el campo y fue tu descuido el que lo dejó. -El placer del año disfrutaste afanoso cuando yo llamaba no oías mi voz, ¿de que vale ahora tu arrepentimiento? ¿Qué será del trigo que no se junto? Reflexión: ¿Esta Dios llamándome ahora a la obra misionera? Si Dios te esta llamando a sus campos es hora de responder. 8 formas de hacer mision sin ser misionero. Tito RobertEclesiastes 9.10: Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas Efesios 4.16 : todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. Romanos 12.11 En lo que requiere diligencia, no perezosos Acciones y ejemplos practicos 1.Orar – www.guiamundialdeoracion.com 2.Ofrendar – Ofrendar a las etnias no alcanzadas – Click Aqui 3.Movilizar – www.movilicemos.org 4.Colaborar – www.iglesiasenmision.org/eom 5.Capacitar – www.centromisionero.net 6.Ir – Viajes de corto plazo. 7.Enviar. (Logistica, cuidado, etc) 8.Unirnos – www.enmision.org Herramientas para desarrollar tu llamado misionero.Cursos Trabajando tu llamado a las naciones. Jonatan Lewis – CLICK AQUI Serie de videos “Enfocando tu llamado misionero”- CLICK AQUI ECAM – Entrenamiento candidatos a Misioneros – CLICK AQUI COM – Curso de orientación Misionera – Daniel Bianchi – CLICK AQUI Desafiados. Sergio Dettori – CLICK AQUÍ Curso VAMOS – SIM – CLICK AQUI Libros Libro Socorro Dios me esta llamando a las misiones. – CLICK AQUI Analisis del llamado misionero y ministerial – CLICK AQUI Trabajando tu llamado a las naciones – CLICK AQUÍ CENTRO MISIONERO DE CAPACITACION RESIDENCIAL Agradecemos a todos los autores por la calidad del material compilado para este articulo. |
Indice
- 1 No he sido llamado. William Booth y Keith Falconer
- 2 ¿Cómo es el llamado de Dios?
- 3 Como nos llama Dios. Edgardo Surenian
- 4 Llamado general y particular. Edgardo Surenian
- 5 Tipos de llamado misionero. Jose Luis Malnis
- 6 Discernir la voluntad de Dios. Angela Brandle
- 7 Como nos guía Dios a su voluntad. Angela Brandle
- 8 Indicadores de tu llamado misionero. Angela Brandle
- 9 Ver el mapa grande de las misiones.
- 10 7 estrategias para conocer tu llamado transcultural.
- 11 Honrar a tus padres y obedecer el llamado. Daniel Bianchi
- 12 Convertirte en un cristiano de clase mundial.
- 13 Como oir la voz de Dios. Pablo B. Smith
- 14 Tu respuesta al llamado. Brad Walz
- 15 Verdades fundamentales del llamado misionero. Daniel Bianchi
- 16 Como responder al llamado de Dios de ir. Andres Robert
- 17 Si Dios lo esta llamando. Andres Robert
- 18 Mi línea de tiempo al campo misionero. SIM
- 19 Recibir orientación inicial. Daniel Bianchi
- 20 4 preguntas importantes sobre el llamado misionero. Academia de misiones mundiales.
- 21 Plan para concretar tu llamado misionero. Tito Robert
- 22 Programas efectivos de capacitación misionera.
- 23 ¿Iras a mis campos como sembrador? Poesia
- 24 8 formas de hacer mision sin ser misionero. Tito Robert
- 25 Herramientas para desarrollar tu llamado misionero.